San Roberto Belarmino sobre los papas y la herejía

Roberto Belarmino (1542-1621), fue un jesuita, cardenal, gran defensor de la fe en los momentos de la Contrarreforma y un reformador de la Iglesia. Es doctor de la Iglesia, por su palabra clara y su apología ardiente de la fe. Escribió, al menos, dos catecismos muy usados y es famoso su «sermón de las Siete palabras de Jesús» utilizado aún como base de muchas predicaciones de Semana Santa. Su obra más conocida es De Controversiis, popularmente conocidos como Las Controversias, obra importantísima en la apologética ante el protestantismo, con cuestiones aún hoy no superadas en claridad, profundidad y veracidad.
Ocupó la cátedra de Controversia en la universidad gregoriana de Roma, dedicada especialmente a la defensa de la fe contra las desviaciones protestantes. Tuvieron tanto éxito dichos escritos que se editaron durante treinta años seguidos.
Fueron un manantial donde todos los católicos podían encontrar la enseñanza fiel de la Iglesia, y para los sacerdotes fue de una ayuda importantísima. Son las mejores obras apologéticas escritas jamás, aún hoy no han sido superadas.
En Londres, centro del anglicanismo, la obra fue prohibida, pero sin embargo, fue muy leída. Uno de los más famosos teólogos y polemistas protestantes exclamó al leer uno de sus libros: «Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay como responderle». De hecho muchos pensaban que era toda una obra de varios autores jesuitas, pues las exposiciones de la Escritura, la teología, la Tradición, la liturgia, eran tan profundas y vastas, que no parecían caber en una sola mente.
En dicha obra, en el capítulo 2 del Libro IV trata sobre el Sumo Pontífice y la herejía. Belarmino discute cuatro posibles posiciones sobre el asunto y las expone de la siguiente forma:
1ª. El Papa puede ser hereje y «enseñar herejía», aun cuando defina una doctrina en un concilio ecuménico.
2ª. El Papa puede ser hereje y enseñar herejía, siempre que NO defina una doctrina en un concilio ecuménico.
3ª. El Papa «no puede ser hereje de ningún modo, ni enseñar públicamente herejía», independientemente de que enseñe solo o en un concilio ecuménico.
4ª. El Papa, independientemente de si puede caer o no en herejía, no puede definir una herejía como una enseñanza que deba ser creída por toda la Iglesia.
A continuación, Belarmino evalúa cada una de las cuatro posibilidades mencionadas.
Escribió que la primera es herética, y la segunda «totalmente errónea, y próxima a la herejía».
En cuanto a la tercera comentó que es «probable, pero no segura», por lo tanto san Belarmino pensó que era probable que el Papa no pueda caer en herejía ni enseñarla.
Respecto a la cuarta posición, la calificó como «la más segura, y que debe afirmarse», pero esta posición es, con frecuencia, expuesta erróneamente e incomprendida. La cuarta posición no indica que el Papa pueda caer en herejía, sino que no puede enseñar herejía. Se limita a afirmar sin responder a la pregunta de si puede el Papa caer en herejía. Sostiene que éste no puede en absoluto definir una herejía como una enseñanza que deba ser creída por toda la Iglesia.
La postura de algunos católicos en la actualidad es una distorsión de esta cuarta posición. Afirman que el Papa puede definir una herejía para ser creída por toda la Iglesia, y que si lo hace, deja de ser Papa, pierde su autoridad para enseñar, y la definición no pertenece al Magisterio ni es vinculante. También aseguran que un Papa puede enseñar herejía sin definir una doctrina, como una opinión personal o como una enseñanza que no es una definición, y que una vez más perdería su autoridad y dejaría de ser Papa. Pero esto no es lo que escribió san Belarmino. De hecho, esta posición es esencialmente la segunda, que el santo calificó de «próxima a la herejía».
Por tanto la doctrina de san Roberto Belarmino no apoya la opinión de algunos católicos mal informados sobre el Papa y la herejía; más bien, condena su posición. Pensaba que era probable que ningún Papa pudiera caer en la herejía, ni enseñarla públicamente; y creía con certeza que ningún Papa podría definir una herejía como doctrina para ser creída por todos los fieles (con independencia de si podía o no caer personalmente en la herejía). No creía que un Papa pudiera proponer una herejía como si se tratara de una definición doctrinal que debiera mantener por la fe toda la Iglesia.
En cuanto a la opinión de algunos santos y teólogos, de que si un Papa cayese en herejía, dejaría de ser Papa, es una hipótesis contrafáctica. Es como dice san Pablo: «si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe» (1 Co 15,17). Pablo no afirmaba que tal vez Jesús nunca resucitó o que nuestra fe es en vano; se refería simplemente a una hipótesis. Y este punto se ve confirmado por el hecho de que ningún santo o doctor de la Iglesia ha acusado jamás a ningún papa de herejía.
Esta exposición la tomó el cardenal Manning para la defensa de la infalibilidad del Romano Pontífice en las sesiones del Concilio Vaticano I y después publicó en el libro The Oecumenical Council and the Infallibility of the Roman Pontiff, A Pastoral letter to de Clergy