Hispanoamérica: sacudida y desestabilizada

Los países de Hispanoamérica están entre aquellos en los que mayor impacto ha tenido la pandemia. Con algunos de los confinamientos más estrictos del mundo, sus cifras de mortalidad se cuentan entre las más elevadas y el impacto económico sobre toda la población, especialmente la más vulnerable, es grande. En este convulso contexto, las fuerzas políticas que tienen por objetivo implantar la revolución en Hispanoamérica están desestabilizando numerosos países.
Las protestas violentas en Chile han reaparecido y el perfil de los elegidos para redactar la nueva constitución no augura nada bueno. Por si fuera poco, el presidente del país, el liberal Sebastián Piñera, ha anunciado que cambia de posición y ahora promoverá el matrimonio entre personas del mismo sexo, pensando que quizás así podrá salvar su cabeza. Se equivoca. En Perú, en unas elecciones ajustadísimas, ha sido elegido nuevo presidente Pedro Castillo, aupado por una plataforma comunista en la que se han reciclado antiguos terroristas del grupo maoísta Sendero Luminoso. Colombia, a su vez, vive sacudida entre violentas protestas organizadas por la izquierda bolivariana con apoyo venezolano. En México, el presidente López Obrador ha visto frenadas por el momento sus pretensiones de perpetuarse en el poder, aunque después de las elecciones al Congreso continúa teniendo mayoría en la cámara.
Hispanoamérica, socavada por la teología de la liberación, el indigenismo, el bolivarianismo y unas elites que han abrazado el liberalismo más ramplón y han abandonado la lucha por las ideas por un enriquecimiento rápido, vive en permanente sobresalto y con unas negras expectativas que amenazan con acabar disolviendo también su tesoro más preciado: la fe popular.