Psicosocialismo

Gregorio Luri propone en The Objective llamar psicosocialismo al «proyecto de socializar las almas cediéndonos la gestión de cuerpo para su uso y disfrute. Es la expropiación del alma haciéndonos creer que con un yo y un cerebro, vamos sobrados».
Algunas de las características que Luri atribuye a este proyecto, que se despliega ante nuestros ojos con gran aparato de medios, son las siguientes:

«El hombre, de animal político, pasa a ser animal terapéutico. Se considera que la vida más digna es la que menos duele.
Los hombres somos iguales porque a todos nos iguala la necesidad de terapia.
Un hombre que no necesita terapia no puede justificar públicamente su marginación. Así que el espacio público se inunda de victimismo.
La voluntad es una antigualla. Lo moderno es el interés. Si algo no me interesa es que alguien ha fallado a la hora de motivarme.
Todo lo que considero propio es sólo la manifestación de una cultura (menos mis objeciones a la cultura occidental, que son dogmas de fe). Por lo tanto, el canibalismo debiera ser entendido como una especialidad gastronómica en determinadas culturas y los toros una bestialidad en todas las culturas.
El Estado ha asumido las competencias de las teocracias antiguas: la supervisión moral de la ciudadanía. Vivimos en continuo estado de emergencia moral. Los gobernantes no tienen por principal función representarnos, sino vigilarnos, adoctrinarnos, mejorarnos y, por lo tanto, purgarnos.
La prestación social anónima nos parece más democrática que la caridad, porque esta última tiene nombre propio. Lo que le pedimos al estado de bienestar es una prestación sin la contraprestación del agradecimiento. El Leviatán es un ingreso en nuestra cuenta corriente con membrete del Estado, pero sin rostro.
Toda jerarquía se ha vuelto impertinente. Por eso en la escuela los pupitres se han transformado en lechos de Procusto. El antielitismo es la forma democráticamente presentable del antiintelectualismo. Todos tenemos igual derecho a ser diferentes, pero al que se pasa de diferente, se le aconseja pedir hora en el terapeuta.
Las palabras que nombran las cosas de manera impertinente, son prohibidas.  Las palabras deben nombrar la realidad de manera consoladora. Quien no usa el lenguaje debidamente, pone de manifiesto alguna fobia contra la minoría que se siente herida por su uso.
La ley ya no es aquello sagrado que nos hace (excepto para musulmanes), sino aquello provisional que vamos haciendo para legitimar la evolución de nuestras preferencias. Toda ley es provisional y, por lo tanto, no puede exigirnos sino un respeto condicional. El psicosocialismo es un continuo proceso constituyente».