El monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles

Reinaré en España con más veneración que en otras partes», esa fue la promesa del Corazón de Jesús al beato Bernardo de Hoyos en 1733. La existencia y la historia del monumento y del santuario del Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles van vinculadas esencialmente a tan admirable promesa, como afirmaba el mismo padre Hoyos: «Espero que se ha de introducir, qué digo introducir, que se ha de entronizar en España el Corazón adorable de Jesús».
La primera idea de erigir un monumento nacional al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, a muy pocos kilómetros de Madrid, fue del seglar Francisco Belda, quien lo propuso en la revista La Semana Católica el 13 de junio de 1900, vísperas de la solemnidad del Corpus. En 1911 la «Unión de Damas Españolas» relanzó la idea, aunque pensando en la catedral de la Almudena, que estaba construyéndose. Fue otro seglar, Ramón García Rodrigo de Nocedal, quien en 1914 volvió a proponer el Cerro de los Ángeles, y se lo comentó al padre Mateo Crawley, religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones e incansable apóstol del Corazón de Jesús, quien se encontraba en España promoviendo la entronización del Sagrado Corazón en las familias. Esta cruzada la había iniciado unos años antes en Paray-le-Monial como medio para la instauración de su reinado en todo el mundo. El papa san Pío X le aseguró: «Salvando la familia se salva la sociedad. Emprendéis una obra de salvación social, consagradle vuestra vida».
Con el apoyo del padre Mateo Crawley y de los franciscanos fue tomando fuerza el proyecto, y en mayo de 1916 el nuncio, el primado y el obispo de Madrid aprobaron la construcción del Monumento. Se empezaron a recoger limosnas en todas partes de España, y la imagen del Sagrado Corazón fue donación del conde de Guaqui, don Juan Mariano de Goyeneche. El 30 de junio el obispo de Madrid bendijo la primera piedra. El papa Benedicto XV concedió gracias especiales a los colaboradores en el proyecto, y dispuso que una comunidad religiosa lo custodiara una vez erigido. Comenzadas las obras, el padre Mateo, encantado por cómo Dios ha dispuesto la creación del monumento, comentó: «El monumento representa en forma genuina y auténtica el corazón de España. Las piedras podrán desmoronarse un día, pero nada ni nadie podrá demoler jamás el alma que ha levantado este altar, los hogares consagrados de toda la Península. Aquí está, pues, España, viva toda España».
El Monumento fue obra conjunta del arquitecto Carlos Maura y del escultor Aniceto Marinas. Era todo de piedra caliza en tonos ligeramente amarillentos, alcanzando una altura de 28 metros. Contaba con dos grupos escultóricos laterales: la humanidad santificada a la derecha –con santos como santa Margarita María, san Agustín, san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, santa Gertrudis, el beato Bernardo de Hoyos y san Juan Evangelista–; y la humanidad en camino de santificarse a la izquierda –con imágenes representativas de la caridad, la humildad y el arrepentimiento–.
El 30 de mayo de 1919, festividad del santo rey Fernando III, el rey Alfonso XIII inauguraba el Monumento y consagraba solemnemente España al Sagrado Corazón de Jesús.
En 1923 el Corazón de Jesús pedía a una joven novicia carmelita, la hermana Maravillas de Jesús, la fundación de un carmelo en el Cerro de los Ángeles: «El Cerro se representó: Aquí quiero que tú y esas otras almas escogidas de mi Corazón me hagáis una casa en que tenga mis delicias. Mi Corazón necesita ser consolado y este carmelo quiero que sea el bálsamo que cure las heridas que me abren los pecadores. España se salvará por la oración». La misma moción tuvo la hermana Rosario, del Carmelo de El Escorial. Y el 31 de octubre de 1926, festividad de Cristo Rey, se inauguraba el convento de las carmelitas descalzas del Cerro. La Madre Maravillas dejó claro que el fundamento de esta obra no era su voluntad, sino la voluntad de Dios: «¡Cuando tú quieras, como tú quieras, lo que tú quieras!». Y una carmelita explicaba su misión: «Estamos aquí con el Sagrado Corazón de Jesús para acompañarle, adorarle y orar por España. Él ha querido reinar en España desde el corazón del país, y nosotras oramos por todos los hombres desde el Corazón de Jesús. Porque el Señor tiene Corazón, no es un ser etéreo».
En 1936 se inició la cruenta persecución contra la Iglesia. Una noche de julio fueron asesinados en el Cerro cinco jóvenes que defendían el monumento –y mientras esto sucedía, en una ciudad de Polonia Jesucristo revelaba el don de la divina Misericordia a santa Faustina Kowalska–. El 2 de agosto un grupo de milicianos disparaba sacrílegamente al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, y el 7 de agosto, primer viernes, era dinamitado el monumento. El Ayuntamiento de Getafe pasó a denominarlo el «Cerro Rojo».
Per crucem ad lucem. La sangre derramada por tantos mártires en España iba a ser semilla de nuevos cristianos, que encontrarían nuevamente la imagen del Sagrado Corazón como faro luminoso de su historia, aguardando el cumplimiento de su promesa. Así, en 1944, el Generalísimo Franco dio orden de construir un nuevo monumento en el Cerro de los Ángeles. Bajo la dirección de los arquitectos Pedro Muguruza y Luis Quijada Martínez, comenzaron las obras; la imagen del Sagrado Corazón fue de nuevo obra de Aniceto Marinas, y los cuatro grupos escultóricos de la base los realizó Fernando Cruz Solis. Los dos grupos de la parte delantera son repetición, aunque de distinto estilo y orden de las figuras, de los que existían en el monumento antiguo: la Iglesia militante y la Iglesia triunfante; los dos grupos de la parte posterior representan la España defensora de la fe y la España misionera. La imagen de María Inmaculada está esculpida en el fuste del monumento a los pies de Jesús y sobre el escudo de España. El nuevo monumento, ubicado en el mismo lugar que el anterior, fue inaugurado en 1965 y alcanza los 37,50 metros.
Diez años más tarde, en 1975, se inauguró el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en la base del Monumento, templo de cinco naves para el culto divino.
«¡Ya tienes el trono que a España pedías!
¡Desciende a tu solio y empieza a reinar!
que estamos sedientos de paz bienhechora;
que aún tiende la noche sus sombras espesas y frías,
Y hoy vemos alzarse la luz que derrama la aurora,
brotando de un Cerro trocado en altar!»