¿Qué paz buscamos?

Escribe en La Nuova Bussola Quotidiana Rosalina Ravasio, religiosa y fundadora de la Comunidad Shalom, que desde 1986 se ocupa de la rehabilitación y reinserción social de drogodependientes con patologías asociadas, sobre la invasión de Ucrania y la paz que tanto anhelamos:
«Escuchando las noticias, leyendo los periódicos y oyendo los discursos de los políticos y de quienes nos gobiernan, uno puede tener la sensación de que todos están llenos de buenas intenciones y de solidaridad cristiana. ¡Increíble! ¡todos son defensores de la paz!
Pero, ¿realmente los políticos lo han intentado todo? Ellos afirman que sí. ¿Pero qué “lenguaje” han utilizado? El lenguaje de la política, que es como un arma de doble filo, e incluso de triple filo.
Y nadie, repito, nadie, tiene el coraje de lanzar una llamada fuerte y decisiva a la fe perdida. Pero, ¿qué tiene que ver con todo esto? ¿Puede la fe tener algún valor en situaciones humanas e históricas tan comprometidas? Por supuesto, a este nivel, en medio de una escisión histórica, que divide a hombres y naciones, tal vez como nunca antes, ¡estamos todos muy distraídos! A los que se llaman cristianos se les exhorta a movilizarse y buscar la “paz verdadera” que… ciertamente no es la del mundo, sino la de Jesús: “Os dejo la paz, os doy mi paz. Yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14,27-31).
El énfasis hoy se pone sólo en los “derechos civiles”, pero ¿qué pasa con los “deberes”? ¿Seremos capaces de escuchar una voz de PAZ que “desenmascare” la inautenticidad de muchos políticos charlatanes? Charlatanería que durante demasiado tiempo ha inundado nuestras casas como un río embravecido y fuera de control. ¿Un ejemplo? Mis jóvenes procedentes de la región me decían que en algunos de sus territorios, durante mucho tiempo, la gente sufría y moría. Y sin embargo, el debate europeo durante el período navideño se centró en eliminar oficialmente la palabra Navidad de las vacaciones navideñas. ¡Y la cancelación de los nombres de José y María! ¡Esto fue hace solo dos meses!
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¡Rezar todos juntos! En este período de Cuaresma, intensifiquemos nuestras súplicas y las invocaciones al Espíritu Santo por la intercesión tanto del pueblo ucraniano como del ruso… Los cristianos pertenecemos a una realidad, a un “Cuerpo místico” infinitamente vasto, conectado a toda la humanidad en una colaboración con Dios que mira no sólo a nuestra intimidad, sino también a nuestra misma presencia en la sociedad y en esta precisa situación histórica.
Volvamos a poner a Dios en el centro de nuestro mundo. Quienes quieran unirse a nosotros en nuestra oración por el pueblo ucraniano y ruso no sólo son bienvenidos… sino que también se hacen partícipes de una gran tarea en el mundo: porque “la gloria de Dios es el hombre vivo”.»