«La santidad es el rostro más bello de la Iglesia»

El pasado 8 de mayo se cumplía el cincuenta aniversario de la institución de la Congregación para las Causas de los Santos mediante la constitución apostólica Sacra Rituum Congregatio promulgada por san Pablo VI. Con ella, la Sagrada Congregación de Ritos, establecida por Sixto V el 22 de enero de 1588, se dividió en dos departamentos: la Congregación para las Causas de los Santos y la actual Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
En estos cincuenta años, la Congregación ha promovido un total de 3003 beatificaciones (quince por san Pablo VI, 1341 por san Juan Pablo II, 869 por Benedicto XVI y 778 por Francisco), 1479 canonizaciones (61 por san Pablo VI, 482 por san Juan Pablo II, 44 por Benedicto XVI y 892 por Francisco) y seis doctorados (santa Teresa de Ávila, santa Catalina de Siena, santa Teresita del Niño Jesús, san Juan de Ávila, santa Hildegard de Bingen y san Gregorio de Narek).
Durante la Santa Misa de celebración del aniversario, el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación, expresó su gratitud al Señor por el trabajo realizado durante este tiempo y, glosando las palabras del papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et exsultate (n. 9) que encabezan estas líneas, enmarcó dicho trabajo en el esfuerzo constante del Dicasterio por llevar a cabo su actividad en una perspectiva de fe, teniendo siempre en cuenta la fuerza y la belleza del testimonio de los beatos y santos. «En su vida cristiana virtuosa, en su muerte heroica y en sus obras, se nos brinda la oportunidad de contemplar la inagotable fecundidad del Evangelio, que tiene la capacidad de encarnarse en diferentes culturas y en diferentes épocas históricas. Estos hombres y mujeres, por su fe y su caridad, manifiestan la presencia poderosa y transformadora del Resucitado. (…) Siguiendo su ejemplo, recurriendo a su intercesión y entrando en comunión con ellos, nos unimos a Cristo».
«La Iglesia –concluyó el cardenal Becciu–, al proponer un tipo de santidad a la veneración del pueblo cristiano, anuncia la fuerza transformadora del Evangelio, porque muestra que la presencia de Cristo en el mundo es capaz de transfigurar la vida de los que tienen fe en Él. Ésta es la preciosa labor de quienes colaboran en el desarrollo de las causas de beatificación y canonización. Cada uno, en su papel, se dedica a descubrir el gran mosaico de santidad que Dios está creando en la historia, para que el rostro de Cristo resplandezca en la plenitud de su resplandor».