Razón del número

De nuevo dos aniversarios de naturaleza muy distinta nos dan ocasión para el contenido del presente número. El pasado mes de diciembre se cumplieron los cien años del nacimiento del escritor ruso Alexander Solzhenitsyn, que tuvo la valentía de enfrentarse con el comunismo soviético al dar a conocer el Gulag, el sistema de campos de trabajos forzados de la Unión Soviética, en que él estuvo preso durante más de diez años. También este mismo pasado mes de diciembre hizo 70 años de la proclamación por la Asamblea de las Naciones Unidas de la Declaración Universal de Derechos Humanos .Estos dos aniversarios tan heterogéneos nos invitan a reflexionar sobre los derroteros del mundo actual.
Como ya hizo notar el historiador inglés Toynbee, una de las peculiaridades de la cultura occidental, totalmente inédita en la historia de la humanidad es el carácter planetario que ha llegado a alcanzar. Sin negar la pervivencia de otras culturas, sin embargo la cultura originada y desarrollada en el ámbito geográfico de lo que denominamos el occidente se ha extendido mundialmente, conformando o por lo menos influenciando de modo decisivo todas las restantes culturas existentes en la actualidad. Al mismo tiempo hay que señalar la crisis profunda que afecta a esta cultura, que tiene sus manifestaciones en los ámbitos más diversos, aunque sin duda la baja natalidad es uno de los exponentes mas decisivos y determinantes. Estos dos aspectos del la cultura occidental: ámbito mundial y crisis, nos permiten afirmar que el mundo actual está todo el sumido en una crisis sin precedentes. La causa principal de esta grave situación ha sido denunciada repetidamente y el lector encontrará en las páginas de este numero destacados testimonios de ello. Recientemente el Cardenal Robert Sarah insistía en ello: «Europa ha renunciado o ha perdido el sentido de sus orígenes, ha perdido sus raíces, un árbol sin raíces muere».
No nos debería sorprender que la célebre declaración universal de los derechos humanos del año 1948 haya sido tan poco respetada y su contenido tan frecuentemente ignorado hasta convertirse en letra muerta. La razón principal es obvia: no se ha querido reconocer el fundamento del verdadero derecho que, como afirma Solzhenitsyn, «no es posible cuando se debilitado completamente la conciencia de la responsabilidad del hombre ante Dios y la sociedad». No se puede ignorar a Dios y no ver que esta actitud contribuye de forma definitiva al desprecio del hombre, quedando sometido a los diversos despotismos culturales, sociales y políticos que tanto abundan en la modernidad.
Se va acercando la fecha del centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús. Desde las páginas de esta revista, al reflexionar sobre las circunstancias que estamos viviendo queremos recordar la palabras tan repetidas del Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque: «Reinaré a pesar de mis enemigos». En esta promesa esta puesta nuestra esperanza.