Tras casi dos años de guerra sin cuartel desencadenada por los ataques terroristas de Hamas en suelo israelí el pasado 7 de octubre de 2023, en los que murieron 1.400 personas y fueron secuestradas otras 252, el presidente de los Estados Unidos ha presentado su plan de paz para un alto el fuego en Gaza y para la liberación de los rehenes que aún siguen vivos. El plan, denominado Paz para Oriente Medio ha sido elaborado por la administración estadounidense y aceptado, sin gran entusiasmo, por el primer ministro israelí Benjamin
Netanyahu. Pero veamos el detalle de lo que allí se propone.
El objetivo del plan es convertir el territorio de Gaza en una zona desradicalizada, libre de terrorismo, que ya no representará una amenaza para sus vecinos , para a continución reconstruirla en beneficio de su población . Un objetivo loable que levanta acta de que mientras Gaza sea una permanente fuente de amenaza para Israel es imposible cualquier atisbo de convivencia pacífica.
A continuación, el plan pasa a reseñar los pasos a dar en el corto plazo. Las fuerzas armadas israelíes se retirarán a una línea acordada para preparar la liberación de los rehenes. En un plazo de 72 horas a partir de la aceptación pública de este acuerdo por las partes, todos los rehenes, vivos o muertos, serán entregados a Israel. Aquí, el plan entra en una tétrica contabilidad: una vez liberados todos los rehenes, Israel liberará a 250 presos palestinos condenados a cadena perpetua y a 1.700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluidas todas las mujeres y menores retenidos. Por cada rehén israelí cuyos restos sean devueltos, Israel devolverá los restos
mortales de 15 gazatíes.
Una vez resuelta, por decirlo de alguna manera, la cuestión de los rehenes, se perfi la el futuro de Gaza, un futuro bienintencionado pero que no puede menos que provocar cierto escepticismo a la luz de la historia del conflicto. Se supone que, una vez de vueltos todos los rehenes, los miembros de Hamás que se comprometan a coexistir pacífi camente con Israel y depongan las armas se beneficiarán de una amnistía. A quienes deseen abandonar Gaza se les concederá un salvoconducto hacia unos países de acogida que no se citan (hasta el momento ningún país árabe ha querido acoger palestinos; en su día fue el rey Hussein de Jordania quien lo hizo… para acabar en 1970 en una guerra civil contra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que, una vez asentada el país, intentó derrocar lo y hacerse con el poder).
Una vez aceptado el acuerdo, también se prevé el envío de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, además de la rehabilitación de infraestructuras (agua, electricidad, alcantarillado), la reconstrucción de hospitales y el despliegue de los equipos necesarios para limpiar los escombros y reabrir las carreteras.
Un comité palestino tecnocrático y apolítico se encargará de la gestión cotidiana de los servicios públicos y municipales. Estará formado por palestinos cualifi cados y apolíticos (una especie francamente rara) y expertos internacionales(estos, sí, muy numerosos) bajo la supervisión y el control de un nuevo organismo internacional: el Consejo de Paz , presidido por el presidente Donald Trump, y compuesto de otros miembros y jefes de Estado (su
composición no ha sido desvelada, con la excepción de la presencia del antiguo primer ministro británico laborista Tony Blair, responsable de embarcar a su país en la guerra con tra Irak aduciendo pruebas de cuya
falsedad él era consciente). Este órgano gestionará la reconstrucción de Gaza hasta que la Autoridad Palestina haya completado las reformas que se le exijan y pueda gobernar Gaza de forma segura y eficaz.
Obviamente no existe plazo alguno para tan ingente e improbable tarea.
Un grupo de expertos (de los que ya hemos señalado que abundan en los organismos internacionales) elaborará un plan de desarrollo económico para reconstruir y revitalizar Gaza, atrayendo y facilitando la inversión en la Franja. No se obligará a nadie a abandonar Gaza, y quienes deseen irse serán libres de hacerlo y regresar. «Animaremos la gente a quedarse y les ofrece remos la oportunidad de construir una Gaza mejor», afi rma el plan.
Hamás y las demás facciones terroristas no desempeñarán ninguna función de gobierno en Gaza, ya sea directa, indirecta o de cual quier otra forma . Todas las infraestructuras militares, incluidos los túneles y las instalaciones de producción de armas, serán destruidas y no se reconstruirán. Se pondrá en marcha un proceso de desmilitarización de Gaza bajo la supervisión de observadores independientes.
Para garantizar que Hamás y las demás facciones cumplen con el suicidio que se les exige y que Gaza ya no supone ninguna amenaza para sus vecinos, Estados Unidos y sus socios desplegarán inmediatamente una
Fuerza Internacional Temporal de Estabilización que, entre otras cosas formará y apoyará a las nuevas fuer
zas policiales palestinas en Gaza.
Israel no ocupará ni anexionará Gaza. A medida que la Fuerza Internacional Temporal de Estabilización establezca el control del territorio, las fuerzas armadas israelíes se retirarán gradualmente de Gaza.
Finalmente, en un alarde de ideología buenista con altísimas dosis de irrealismo, se pondrá en marcha un proceso de diálogo interreligioso para intentar cambiar la mentalidad y el discurso de palestinos e israelíes , haciendo hincapié en los benefi cios que puede aportar la paz. Estados Unidos establecerá un diálogo entre Israel y los palestinos para acordar un horizonte político de coexistencia pacífi ca y próspera , concluye el plan.
Decíamos antes que el plan de paz de Trump provoca escepticismo. Ciertamente se le pueden hacer numerosas observaciones: ¿van a renunciar los palestinos musulmanes a recuperar el control de Jerusalén? ¿a qué países van a ir los militantes de Hamás? ¿es creíble que todos pa sen página y que empiecen de nuevo como si aquí no hubiera pasado nada? ¿de verdad alguien en su sano juicio puede creer a estas alturas en los resultados del diálogo interreligioso?… Y sin embargo, se nos dirá, el plan recoge aspectos positivos, razonables, sensatos… en el plano humano. Es cierto, y además cuenta con el apoyo de cada vez más países, incluyendo bastantes países árabes y hasta la Rusia de Putin. Pero lo que no contempla, y he aquí su definitivo punto débil, es que, especialmente en Tierra Santa, no puede haber solución meramente humana, sino que se necesita una intervención sobre natural que supere diálogos y equilibrios y convierta los corazones.
Es probable que, humanamente, no se pueda hacer más; pero es que es más que probable que el conflicto
árabe-israelí no tenga solución meramente humana.
Sor Josefa Menéndez: Un llamamiento al Amor
De la misma manera que en los tiempos de la Antigua Alianza Dios suscitaba profetas para reavivar la fe y la esperanza de su pueblo, Jesús se ha ido eligiendo almas a las que confía la misión de explicar...











