Jacques de Guillebon, desde la revista francesa L’Incorrect, reacciona a la impactante bendición urbi et orbi del Papa con el Santísimo desde un Vaticano solitario y golpeado por la lluvia:
«Filosofemos de verdad: mientras que los tamborileros de turno difunden su falsa sabiduría, (…) el Papa bendice la urbs y el orbs, solo, en la Plaza de San Pedro, sosteniendo con sus brazos una custodia donde se condensa la salvación del mundo.
San Pedro, la basílica, está desnuda como san Pedro, el pescador, cuando en su barca después de la muerte de Jesús, Juan le dijo: “Es el Señor”. Las grandes pompas y los inmensos oros de los templos temporales se reducen a la nada: sola, en este pequeño círculo blanco de la hostia, está encerrada la salvación del mundo. Porque es cuando somos débiles que somos fuertes. Y eso, Demócrito o Cicerón no lo sabían. Sólo consuela la teología. Todo lo demás es vana filosofía y no vale la pena el esfuerzo…»
Dios busca a Teresa (III): «El tercer Abecedario» de fray Osuna
La tensión que le causó la entrada en el monasterio de la Encarnación, pues pensaba más en las penitencias exageradas y extravagantes que debía hacer para no ir al infierno que en el amor a Cristo que debía tener...