El pasado 11 de noviembre en Madrid, y tan solo tres semanas después de la beatificación de 109 mártires claretianos en Barcelona, la Iglesia ha vuelto a elevar a los altares a un nutrido grupo de mártires sacrificados en la persecución religiosa en España en los años 1936-1939.
Se trata de sesenta mártires de la familia vicenciana, incluidos en dos causas que llegan a feliz término justo en el momento en que la congregación está celebrando el 400º aniversario (1617-2017) de la inspiración del carisma misionero a su fundador, san Vicente de Paúl. La primera, iniciada en Valencia, está encabezada por el predicador de misiones populares padre Vicente Queralt, e incluye a 21 siervos de Dios, tres de ellos sacerdotes de la comunidad de la Misión de Barcelona, uno de la de Gerona y tres de la de Valencia; cinco sacerdotes diocesanos y siete laicos de la Asociación de la Medalla Milagrosa. En ella se incluyó también a dos Hijas de la Caridad, las siervas de Dios sor Toribia Marticorena y sor Dorinda Sotelo, entregadas al cuidado de enfermos tuberculosos en Barcelona, asesinadas al inicio de la carretera de la Rabassada al Tibidabo. La segunda causa, iniciada en Madrid, la encabeza el asturiano padre José María Fernández Sánchez, al que acompañan otros 32 siervos de Dios, miembros de la Congregación de la Misión, 17 de ellos sacerdotes, 16 hermanos, y seis caballeros de la Medalla Milagrosa.
«Ambas celebraciones, inmediatas en el tiempo, tienen otras coincidencias relevantes, como apuntaba Hispania martyr. La primera es que todos los nuevos mártires beatificados pertenecen a congregaciones que nacen para lleva a cabo una misión, y por eso sus miembros llevan el nombre de misioneros o enviados a pregonar un mensaje de salvación: unos el de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, y otros el de Congregación de la Misión. Pero mayor significado entraña el que ambas congregaciones estén íntimamente asociadas a una devoción moderna y profética: el Inmaculado Corazón de María. Para la Providencia de Dios no existen casualidades sino cumplimiento de sus designios, y el hecho de que ambas beatificaciones de tan numeroso número de mártires hayan tenido lugar en el año 2017 en que se conmemora el centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, y que en los doce meses de su año jubilar hayan sido elevados a los altares nada menos que 290 nuevos mártires españoles en cinco beatificaciones, alientan nuestra esperanza en que se acerca el cumplimiento de su profecía: “Al fin mi Inmaculado Corazón triunfará”».
Durante la homilía de la beatificación, el cardenal Amato afirmó que «con frecuencia en España se realizan las beatificaciones de los mártires de la fatídica persecución religiosa de los años 1936-1939. La Iglesia celebra estos eventos con un doble propósito: para invitar a los fieles a permanecer firmes en la fe y para exhortar a todos a evitar el terror de aquellos años oscuros que cubrieron (nuestra) hermosa patria de la sangre de personas inocentes e indefensas. La beatificación de los mártires es, por tanto, una ocasión para ensalzar la fuerza del bien, que vence al mal».
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