Con ocasión del 750 aniversario de la muerte de santo Tomás de Aquino la Academia Pontificia de Ciencias Sociales ha patrocinado un taller, que tuvo lugar en la abadía de Fossanova y en la sede de la Academia los días 7 y 8 de marzo, para el estudio de las ciencias sociales desde la perspectiva del pensamiento del Aquinate.
Apoyando dicha iniciativa, el Santo Padre dirigió a los participantes un mensaje en el que afirmó que, a pesar de que santo Tomás no cultivó las ciencias sociales tal como las conocemos hoy, su riguroso estudio de las implicaciones filosóficas y teológicas del dato bíblico de que el ser humano es creado a «imagen de Dios» ayudó a preparar el camino para el desarrollo de estas ciencias modernas.
«La obra de Tomás –señala el Papa– demuestra tanto su compromiso con la comprensión de la palabra revelada de Dios en todas sus dimensiones como, al mismo tiempo, su notable apertura a toda verdad accesible a la razón humana. El Doctor Angélico estaba profundamente convencido de que siendo Dios la verdad y la luz que ilumina todo entendimiento, no puede haber contradicción última entre la verdad revelada y las verdades descubiertas por la razón.
Central para su comprensión de la relación entre fe y razón fue su convicción del poder del don de la gracia de Dios para sanar la naturaleza humana debilitada por el pecado y elevar la mente a través de la participación en el propio conocimiento y amor de Dios, y así permitirnos comprender y ordenar correctamente nuestra vida como individuos y en sociedad.
»Las ciencias sociales contemporáneas abordan los asuntos humanos y la búsqueda del florecimiento humano a través de una variedad de enfoques y métodos que deben basarse en la realidad irreductible y la dignidad de la persona humana. Tomás supo aprovechar una rica herencia filosófica que interpretó a través de la lente del Evangelio para afirmar que la persona, como “lo más perfecto de toda la naturaleza”, es el pilar del orden social. (…)
»Tomando como base principios ya establecidos por Aristóteles, Tomás sostuvo que los bienes espirituales preceden a los bienes materiales y que el bien común de la sociedad precede al de los individuos, en la medida en que el hombre es por naturaleza un “animal político”. (…) Si bien su influencia en la configuración del pensamiento moral y jurídico de la modernidad está fuera de toda duda, una recuperación de la perspectiva filosófica y teológica que inspiró su trabajo podría resultar bastante prometedora para nuestra reflexión académica sobre las apremiantes cuestiones sociales de nuestro tiempo. (…)
»Hoy es esencial recuperar la apreciación de la “inclinación natural a buscar la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad” para moldear el pensamiento y las políticas sociales de manera que fomenten, en lugar de impedir, el auténtico florecimiento humano de las personas y los pueblos. Por esta razón, mis predecesores y yo hemos reafirmado constantemente la relevancia del derecho natural en los debates sobre los desafíos éticos y políticos de nuestro tiempo. (…) La confianza de Tomás en una ley natural escrita en el corazón humano puede así ofrecer ideas nuevas y válidas para nuestro mundo globalizado, dominado por el positivismo jurídico y la casuística, incluso cuando continúa buscando bases sólidas para un orden social justo y humano. (…)
»Si el Doctor Angélico fundamenta su comprensión de la dignidad humana y de las exigencias de una “ontología social” en la naturaleza humana y, por tanto, en el orden de la creación, como pensador cristiano también, necesariamente, añade que nuestra naturaleza humana, herida por el pecado, es sanada y elevada por la gracia como fruto de la redención realizada por Cristo. (…)
»Las ideas de Tomás sobre este derramamiento de gracia redentora y la variedad de formas en las que esa gracia se comunica para la edificación del Cuerpo tienen ricas implicaciones para la comprensión de la dinámica de un orden social sólido basado en la reconciliación, la solidaridad, la justicia y la preocupación mutua. En este sentido, Benedicto XVI pudo afirmar que, precisamente como objetos del amor de Dios, los hombres y las mujeres se convierten a su vez en sujetos de caridad, llamados a reflejar esa caridad y a tejer redes de caridad al servicio de la justicia y del bien común. Es esta mayor dinámica de caridad recibida y otorgada la que ha dado lugar a la enseñanza social de la Iglesia, que busca explorar cómo los beneficios sociales de la redención pueden volverse visibles y operativos en las vidas de hombres y mujeres como seres sociales cuya individualidad está ineluctablemente inmersa en una historia, cultura y tradición mayores. Aquí, señala Tomás, vemos el corazón de la vida cristiana como un acto de culto sacerdotal dirigido a la glorificación de Dios y la santificación de nuestro mundo. (…)
»En estos días, al acercaros al rico patrimonio de pensamiento religioso, ético y social que nos legó santo Tomás de Aquino, estoy seguro de que encontraréis inspiración e iluminación para vuestras propias contribuciones a las diversas ciencias sociales, en pleno respeto de sus métodos y objetivos adecuados».