Con ocasión de la asamblea plenaria del Dicasterio para la Evangelización-Sección para las cuestiones fundamentales del mundo, celebrada el pasado 15 de marzo en Roma, el papa Francisco quiso llamar la atención sobre tres grandes temas relacionados con la evangelización de los pueblos.
En primer lugar y ante las consecuencias del creciente secularismo de las últimas décadas, que va desde la pérdida del sentido de pertenencia a la comunidad cristiana hasta la indiferencia hacia la fe y su contenido, el Papa llamó a reflexionar sobre la manera de superar la ruptura que se ha producido en la transmisión de la fe. «Para ello es urgente –afirmó el Santo Padre– recuperar una relación efectiva con las familias y con los centros de formación. Para ser transmitida, la fe en el Señor resucitado, que es el corazón de la evangelización, requiere una experiencia significativa vivida en la familia y en la comunidad cristiana como encuentro con Jesucristo que cambia la vida. Sin este encuentro, real y existencial, estaremos siempre sujetos a la tentación de hacer de la fe una teoría y no un testimonio de vida». Y con respecto a esta cuestión prioritaria, el Papa animó a buscar caminos para que el Catecismo de la Iglesia católica siga siendo conocido, estudiado y valorado, para que responda a las nuevas necesidades que se manifiestan con el paso de los decenios. El segundo tema al que se refirió el Santo Padre es el de la espiritualidad de la misericordia, como componente fundamental de la obra de evangelización. «La misericordia de Dios nunca falta y estamos llamados a dar testimonio de ella y, por así decirlo, a hacerla circular por las venas del cuerpo de la Iglesia. Dios es misericordioso: este mensaje perenne fue relanzado con fuerza y métodos renovados por san Juan Pablo II para la Iglesia y la humanidad a principios del tercer milenio. (…) Cuando la evangelización se realiza con la unción y el estilo de la misericordia, recibe mejor audiencia y el corazón se abre más dispuesto a la conversión. De hecho, somos tocados en lo que sentimos que más necesitamos, es decir, el amor puro y gratuito, que es la fuente de una nueva vida».
Por último, el papa Francisco compartió algunas reflexiones sobre la preparación al jubileo ordinario del próximo año 2025, que tiene como lema Peregrinos de esperanza. «Será un jubileo en el que deberá surgir la fuerza de la esperanza. (…). Esta virtud teologal ha sido vista poéticamente como la “hermana pequeña” entre las otras dos, la fe y la caridad, pero sin la cual estas dos no florecen, no expresan lo mejor de sí mismas. ¡El pueblo santo de Dios lo necesita mucho! (…) Y no olvidemos que este año que precede al jubileo está dedicado a la oración. Necesitamos redescubrir la oración como experiencia de estar en presencia del Señor, de sentirnos comprendidos, acogidos y amados por Él. (…) Empecemos, hermanos y hermanas, a orar más, a orar mejor, en la escuela de María y de los santos.»