Las islas Filipinas, con más de 110 millones de habitantes, no son solo uno de los países más poblados del mundo y uno de los actores principales en la compleja geopolítica de la región Asia-Pacífico, sino que constituye un caso singular entre los países católicos.
En efecto, el gobierno filipino acaba de volver a rechazar la legalización del aborto, solicitada formalmente por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El motivo de la negativa ante la presión internacional lo dejó claro el ministro de Justicia, Jesús Crispín Remulla: el país es de mayoría católica, por lo que el aborto entra en contradicción con sus valores fundamentales. Lo mismo sucede con el «matrimonio» entre personas del mismo sexo e incluso el divorcio, que sigue siendo ilegal en Filipinas, lo que le convierte en el único país del mundo, aparte del Vaticano, en el que se respeta el verdadero matrimonio.
Alejadas de España desde 1898,cuando cayeron bajo influencia estadounidense, la fe que plantaron
los españoles goza aún de buena salud en las islas Filipinas.
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