su pensamiento. En él, fundado en los documentos de los papas León XIII, Pío XI y Pío XII, reflexionaba sobre el significado de la consagración del género humano al Corazón de Jesús como camino de la instauración del Reino de Cristo en el mundo.
En un artículo de J.Mª Petit en el que introducía el artículo del padre Orlandis afirmaba: «El tema general es, una vez más, la íntima conexión, más aún, la “fusión” entre la devoción al Corazón de Jesús y la afirmación de su realeza sobre toda la humanidad, tal como lo presenta León XIII al anunciar la consagración del mundo al Corazón de Jesús en la Annum Sacrum. Y a este propósito plantea allí el padre Orlandis una «aporía» que es útil recordar ahora. Escribe el padre Orlandis: «¿por qué presentarle como rey, como soberano, para mover a los hombres al amor perfecto de Jesús?» ¿No basta la riqueza y virtualidad que se contiene en la misma devoción a su Corazón?».
Y resumía de esta manera Petit la tesis que venía a desarrollar el padre Orlandis: «la idea de Cristo Rey no disminuye, sino que incrementa esencialmente la comprensión de la verdadera devoción al Corazón de Jesús. Jesús se nos muestra todavía más amable cuando consideramos que es realmente el Rey del universo. Un rey que se abaja no deja por ello de ser verdaderamente el rey y tanto más se hace amar cuando llegamos a entender que de su reinado ha de venir al mundo la anhelada pero imposible paz».
Extractamos algunos párrafos de aquel precioso artículo, cuya actualidad perenne nos ayudará a entender con más profundidad el lema de la revista Cristiandad: «Al Reino de Cristo por los Corazones de Jesús y María».
El arco iris de la «Pax Romana»
Según el pensamiento de Pío XI, la fórmula «La paz de Cristo en el Reino de Cristo» es innegable que se ha de completar con esta otra «Al Reino de Cristo por la devoción al Corazón de Jesús». Por esto nosotros, que queremos ser discípulos fieles e íntegros del magisterio pontificio, no sabemos separar estas dos fórmulas que creemos indivisibles. Y por esto nos ha parecido necesario al tratar de la primera no dejar en la sombra la segunda, y a esta intención responde el presente artículo.
… La encíclica Annum Sacrum de León XIII. Es aquella por la cual al finalizar el siglo pasado notificó al mundo entero su determinación deliberada de consagrarlo al Sagrado Corazón. Es ella un documento de tan subido valor, y de tan vital actualidad, que bien comprendido es suficiente para orientar al que no sabe qué rumbo seguir y para confortar el ánimo abatido del pesimista. Por otra parte, las gravísimas y ponderadas palabras con que el Papa expresa su pensamiento, tienen poder para impresionar al corazón del cristiano más frío.
… El ideal de Cristiandad se cifra en estos dos lemas: 1.º Al Reino de Cristo por la devoción al Corazón de Jesús; 2.º La paz de Cristo en el Reino de Cristo. ¿Dónde podrá el mundo hallar la paz verdadera, que ha de ser fruto y exponente de su salud verdadera? En el Reino de Cristo; en el reconocimiento pleno y voluntario de la soberanía de Cristo, de su divina autoridad. Y, ¿cómo podrá ser llevado el mundo actual, incrédulo y rebelde, a reconocer y acatar la soberanía de Cristo? Por la devoción a su divino Corazón, por la creencia en sus promesas y por la confianza en sus auxilios.
… «Entonces será posible, dice el Romano Pontífice, sanar tantas heridas; entonces revivirá todo derecho con esperanza de que recobre su prístina autoridad; y quedarán restituidas las galas de la paz; y caerán las espadas y huirán las armas de las manos; cuando todos aceptarán de buen grado la soberanía de Cristo y le obedecerán y toda lengua confesará que Jesucristo Nuestro Señor está en la gloria de Dios Padre».
… La argumentación del Pontífice se dirige a demostrar la legitimidad de la determinación que ha tomado; la justificación del acto de consagración del mundo al Corazón de Jesús. Y el camino que sigue no es otro si no el poner de manifiesto la soberanía de Cristo y sus títulos, y el consiguiente derecho a que todos los hombres reconozcan y acaten esta soberanía. De aquí se deduce la obligación estricta en que están todos los hombres de reconocer esta soberanía.
… ¿Por qué presentarle como rey, como soberano, para mover a los hombres al amor perfecto de Jesús? Este título y aspecto siempre tendrá más eficacia para mover a la reverencia que al amor. ¿Por qué no valerse de otro título y presentar a Jesús como hermano primogénito, que ha llegado en su amor hasta el sacrificio de su vida; o como amante y como esposo de las almas –que a sus puertas cubierto de rocío– pasa las noches del invierno oscuras?
… ¿Por qué los pontífices romanos León XIII y Pío XI, que son los que exprofeso han tratado de la consagración al Corazón de Jesús, apoyan en primer lugar su motivación en la realeza, en la soberanía de Cristo, en su derecho de jurisdicción universal e irrenunciable, que a Cristo compete sobre cada hombre en particular, y sobre las sociedades y sobre todo el linaje humano? ¿Será que los romanos pontífices no conocen los resortes del humano corazón? ¿Será que no han profundizado la psicología de la devoción al Corazón de Jesús? ¿Quién se atrevería a pensarlo?
… Advirtamos el punto de partida del discurso del Pontífice, y al propio tiempo pongamos la mira en el término a que se dirige. León XIII parte del supuesto que tiene delante de sí un mundo del cual una gran parte desconoce a Jesucristo, que jamás ha reconocido su soberanía, y aun quizá se resiste a conocerle; otra gran porción está constituida por los herejes y los cismáticos, que forman parte de comunidades separadas del Reino de Cristo, que es la Iglesia católica; otra parte, tal vez no menor, la integran los que hoy en día son multitud, los que habiendo nacido en el seno de la Iglesia rechazan su fe y su autoridad y viven en revolución contra la autoridad de Cristo.
…El mundo va de catástrofe en catástrofe y el corazón del Pontífice quiere la salvación de todos, el bienestar, la paz. ¿Dónde se hallará el remedio salvador? Las desgracias proceden de que el mundo persiste en su alejamiento de Cristo, en el desconocimiento y en la rebelión contra su divina autoridad. La salvación no puede estar si no en acogerse a Cristo, en el reconocer y acatar su soberanía.
… Mas he aquí que a la par se produce un fenómeno que no tiene explicación fácil en lo meramente humano: la fusión de la devoción a Cristo Rey con la devoción al Corazón de Jesús.
…Un soberano amante del pueblo es digno de amor. Su persona es tanto más atractiva cuanto más aúna la bondad de corazón con la elevación de su majestad. Es verdad que Jesús amigo, Jesús hermano, Jesús esposo atrae más fácilmente el corazón y lo mueve a ternura. Pero considerado el plan de Dios cifrado en aquella fórmula «al Reino de Cristo por la devoción y el amor al Corazón de Jesús», es más conducente a este plan hacerle amar de los hombres como rey soberano, mucho más siendo como es, según dice León XIII, rey que reina por la verdad, por la justicia, por el amor.
… La paz a que aspiran los pontífices romanos, la paz que esperan del Corazón de Jesús, la paz de Cristo en el Reino de Cristo no es aquella paz precaria y circunstancial que puede dar la diplomacia, o los tratados internacionales.
… La auténtica Pax Romana va precedida de una señal, de la señal de un arco iris. ¿Y cuál es este arco iris de paz? Nos lo dice Pío XI en su encíclica Miserentissimus Redemptor: «Así como en los tiempos antiguos, al salir la familia humana del Arca de Noé quiso Dios que les brillara un signo, el arco que apareció en las nubes, así en las circunstancias turbulentísimas de la Edad moderna… el benignísimo Jesús manifestó en lo alto a los pueblos su Corazón sacratísimo, como bandera de paz y caridad, prenda segura de la victoria en la lucha».