La amenaza se cumplió y el presidente turco ha decretado que la basílica de Santa Sofía, la joya de la Cristiandad bizantina, vuelva a convertirse en una mezquita. El gesto ha sido recibido con protestas airadas por parte de los patriarcas ortodoxos y tímidas quejas de los gobiernos occidentales, poco interesados en embarcarse en un conflicto por una iglesia cristiana. El origen de la basílica de Santa Sofía se remonta al emperador Constantino, quien en 324 decretó el traslado de la capital del Imperio a Bizancio, a orillas del Bósforo. Seis años más tarde iniciaba la construcción de Hagia Sophia, el templo de la «divina Sabiduría». En el año 537 Justiniano concluía las obras para convertir la basílica de Santa Sofía en el templo más grande «que haya nunca existido»
El 29 de mayo de 1453 caía Constantinopla en poder de los otomanos y lo primero que hizo el sultán Mehmed fue convertir el templo en una mezquita, condición que mantuvo hasta que en 1934 Ataturk, el modernizador y «padre» de la República turca creada de las ruinas del Imperio otomano, convirtió Santa Sofía en un museo. Hace siete años fue el propio Erdogan quien criticaba a quienes proponían la conversión en mezquita de Santa Sofía, pero el clima político ha cambiado mucho desde entonces. Las otras dos basílicas cristianas que eran un museo, en Nicea y Trebisonda, ya han sido reconvertidas en mezquitas y en un anuncio de lo que se preparaba, en el aniversario de la conquista otomana de Constantinopla, Erdogan abría la puerta de Santa Sofía para que la oración islámica del viernes fuera recitada allí por primera vez desde hacía un siglo.
Ahora Erdogan ha decidido revertir la decisión de Ataturk, consciente de que eso le aleja de la antaño anhelada Unión Europea. Poco importa, pues su proyecto es otro: la reconfiguración de un espacio neo-tomano que pueda reclamar la titularidad del desaparecido califato. En su discurso, en árabe, en el que anunciaba la reconversión de Santa Sofía en mezquita, Erdogan expresaba «Mi felicitación de corazón a todas las ciudades que simbolizan esta civilización(islámica),desde Bujará a Al Andalus. Este renaci-miento es nuestro deber desde Alp Arslan al sultán Mehmed II y a Abdul Hamid II», todos ellos dirigentes árabes u otomanos conocidos principalmente por sus conquistas, que les permitieron ampliar Dar al Islam, el territorio sometido al islam. En palabras del historiador Benny Morris, «Erdogan es un islamista y quiere un Oriente Medio más islamizado. Santa Sofía es un gran símbolo de la Cristiandad y Erdogan lo sabe bien». Como también sabe que su gesto significa mucho para los musulmanes pero bastante poco para los europeos. Con la islamización de Santa Sofía, Erdogan también concluye la descristianización de Turquía iniciada por los otomanos, desplegada con especial ferocidad durante el genocidio armenio al final del Imperio otomano y que ahora Erdogan quiere concluir haciendo desaparecer los últimos vestigios de la pasada Cristiandad bizantina, escenario de siete concilios ecuménicos.