Corazón eucarístico de Jesús
Como habrá podido comprobar el lector de nuestra revista, los últimos números, igual que el presente, han estado dedicados a glosar diversos aspectos de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Esta ha querido ser nuestra modesta participación en la gozosa e importante celebración del centenario de la consagración de España. Hemos preparado el presente número en vísperas de esta celebración y por ello mismo no podemos aún hacernos eco de dicho acto, al que dedicaremos enteramente el próximo número.
Cuando se quiere explicar la devoción al Corazón de Jesús hay que tener muy presente su esencial relación con la Eucaristía. La devoción eucarística no es un aspecto de la devoción Corazón de Jesús sino el mismo centro de la devoción. El padre Enrique Ramière así lo recordaba: «Esta es verdaderamente la presencia propia del Corazón de Jesús, ésta su completa manifestación; y cuando queramos encontrar al divino Corazón no vayamos a buscarle fuera de este sacramento. El divino Salvador mismo, al revelarnos la devoción a su Corazón, nos mostró la conexión íntima de ella con la devoción a la santa Eucaristía; no la separemos, pues, jamás». Al contemplar la Eucaristía como el don del Corazón de Jesús se ponen de manifiesto los aspectos más importantes y centrales de la devoción al Corazón de Jesús.
Como explica santa Margarita María de Alacoque en su autobiografía las principales revelaciones del Corazón de Jesús tuvieron lugar siempre en momentos de adoración eucarística. Recordemos sus palabras: «Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré penetrada por su divina presencia y me descubrió las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado» y en otra ocasión: «Estando expuesto el Santísimo Sacramento… me descubrió su amante y amable Corazón y en la última y más importante revelación que sucedió significativamente en la octava de la festividad del Corpus Christi, el Sagrado Corazón le manifiesta su queja por la falta de amor, frialdad y menosprecio “que se tiene para conmigo en este Sacramento de amor”».
¿Qué pide el Corazón de Jesús? ¿Qué prácticas pueden ayudar a los hombres a descubrir el amor de Dios manifestado por Jesús en la Eucaristía? Pide a santa Margarita que se instituya una nueva fiesta en un día tan señalado como es el viernes siguiente a la octava de la gran fiesta eucarística del Corpus Christi. Esta fiesta instituida en la Iglesia ya en el siglo xiv estaba dirigida a recordar a toda la Iglesia el gran misterio, que pedía por parte de los hombres adoración y reconocimiento público. Como recordando aquellas palabras de S. Francisco de Asís gritando por las calles: «El Amor no es amado», y que desease que tuviesen respuesta en la proclamación gozosa y manifestación pública de amor al misterio eucarístico también por las calles de las ciudades. Pero no ha sido suficiente el Corpus, hay que instituir otra fiesta dedicada específicamente a mostrarnos el Corazón de Jesús necesitado de los hombres, para que los hombres descubran que se encuentran necesitados del amor de Dios.
Las dos prácticas eucarísticas, íntimamente unidas a la devoción al Corazón de Jesús desde sus momentos iniciales hasta nuestros días, han tenido este carácter eminentemente eucarístico: la Hora Santa de la noche del jueves al primer viernes, recordando y acompañando a Jesús en su agonía en Getsemaní, y la comunión reparadora de los primeros viernes, las dos significan principalmente hacer posible que la vida ordinaria y de forma periódica mensual vaya siendo penetrada por la contemplación de estos misterios de amor.