El pasado 18 de julio se conmemoró el VII centenario de la canonización de santo Tomás de Aquino, el 7 de marzo de 2024 el 750 aniversario de su muerte y en el 2025 se celebrará el octavo centenario de nacimiento. Para conmemorar todos estos acontecimientos la Santa Sede ha concedido, a petición de la orden dominicana, un jubileo dedicado al santo doctor, que se inició el 28 de enero de 2023 y se clausurará el 28 de enero de 2025. Cristiandad se une «con gran alegría del alma y gozo espiritual» a las palabras del Papa que ha escrito con este motivo: «Escribió muchas obras y enseñó innumerables cosas, y estaba bien cualificado en las disciplinas filosóficas y teológicas. Brillaba por su recta inteligencia y lucidez, y mientras investigaba reverentemente los misterios divinos, los contemplaba con fe ferviente». Justamente a esta fervorosa contemplación de los misterios divinos dedicamos el presente número, centrándonos en el mas gran misterio de nuestra fe que es la Eucaristía. Lo hacemos con un doble propósito, en primer lugar porque la contribución litúrgica que ha hecho santo Tomás a la gran solemnidad del Corpus Christi, desde el establecimiento original de la fiesta, continua estando presente en la oración oficial de la Iglesia y ha sido capaz de superar la sucesivas reformas litúrgicas. También se puede constatar en las actuales circunstancias, cuando ha desparecido casi totalmente de la cultura litúrgica popular el canto gregoriano, continúa siendo el Pange Lingua, escrito por santo Tomás, el canto litúrgico eucarístico más conocido por el pueblo cristiano y cuyas dos últimas estrofas forman el popularismo Tantum ergo, que se canta en las bendiciones eucarísticas. La otra razón de haber dedicado el presente número al misterio eucarístico es el propósito que ya anunciamos en el número anterior de contribuir a la celebración de jubileo de preparación de 350 aniversario de las apariciones del Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque en el 2025. Esta íntima relación de la devoción al Corazón de Jesús y la eucaristía la subrayaba Benedicto XVI en una catequesis sobre santo Tomas de Aquino: «Hablando de los sacramentos, santo Tomás se detiene de modo particular en el misterio de la Eucaristía, por el cual tuvo una grandísima devoción, hasta tal punto que, según los antiguos biógrafos, solía acercar su cabeza al sagrario, como para sentir palpitar el Corazón divino y humano de Jesús. En una obra suya de comentario de la Escritura, santo Tomás nos ayuda a comprender la excelencia del sacramento de la Eucaristía, cuando escribe: “Al ser la Eucaristía el sacramento de la Pasión de nuestro Señor, contiene en sí a Jesucristo, que sufrió por nosotros. Por tanto, todo lo que es efecto de la Pasión de nuestro Señor, es también efecto de este sacramento, puesto que no es otra cosa que la aplicación en nosotros de la Pasión del Señor”» (Audiencia General, 23 de junio de 2010). Como podemos leer en los relatos sobre las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús, santa Margarita: «estando delante del Santísimo Sacramento y movida con el deseo de corresponderle de algún modo y devolver amor por amor». Con estas palabras se nos quiere enseñar que para penetrar en el misterio del amor del Corazón de Jesús hay que contemplar a Jesús en la Eucaristía porque como dice santo Tomas: «La Eucaristía es la más grande de todas las maravillas obradas por Cristo, el admirable documento de su inmenso amor a los hombres». (Oficio de lecturas para la fiesta de Corpus Christi)
Ejemplo de amor a la Iglesia y de confianza en Dios
Con cierta frecuencia la conmemoración de aniversarios y la irrupción de acontecimientos eclesiales imprevistos nos marcan el contenido de nuestra revista. Estaba programado dedicar el número de enero a la conmemoración de los 25 años del doctorado de santa...