«Somos los auténticos egipcios, los descendientes de los faraones»
Así es como me introdujeron a los cristianos egipcios, que ahí se conocen como coptos. Pero estoy convencida que muchos habrán oído hablar de ellos, no con este sentimiento de orgullo que ellos mismos proclaman, sino con una frase del estilo «vaya, otro atentado, recemos por ellos» y ya no nos acordamos más de ellos hasta quizás el próximo autobús lleno de inocentes que es tiroteado o hasta que una iglesia explota… Sí, lamentablemente sólo conocemos esta realidad que es cierta pero quiero contaros que hay mucho más que decir sobre ellos: la palabra copto viene del griego «aigyptos» cuyo significado es «Egipto», en resumidas cuentas, su propia palabra indica que son los auténticos egipcios, y que sus antecesores fueron, como afirman ellos, los mismos que construyeron las pirámides.
Sorprende esta imagen que podemos tener ahora mismo de las magníficas y monumentales pirámides y pensar ¿qué tendrá que ver esto con estos cristianos que apenas conocemos en Occidente, y si les conocemos es las más de las veces porque ha habido un atentado?
Vamos a introducir brevemente quiénes son. Esta comunidad está presente desde que san Marcos en los primeros siglos de la Cristiandad llegó a esta región, entrando por Alejandría. En su honor, cada día y para encomendarle nuestra misión en el país nos confiábamos a su protección. Al igual que yo, varios jóvenes, aunque la mayoría de nacionalidad francesa, vinimos aquí a servir a nuestros hermanos en la fe con la asociación francesa SOS Chrétiens d’Orient, presente en varios países de Oriente Medio, que trabaja mano a mano y apoyando a las comunidades cristianas que deciden quedarse a pesar de las dificultades.
He de admitir que cuando me inscribí mis primeras opciones eran Jordania o el Líbano, pero estos meses me han recordado que fue Egipto, la tierra donde tuvo lugar el mensaje de Dios para Moisés y fue en el Monte Sinaí el lugar donde Dios mando su mensaje al pueblo escogido, pero no se queda ahí, el mismo Jesús, el hijo de Dios vivió como refugiado en Egipto, Él y su familia tuvieron que huir de la persecución de Herodes a exiliarse, moviéndose por todo el continente. Hay una ruta que sigue los pasos de la Sagrada Familia, y aunque el turismo ha decaído mucho se está intentando volver a abrir. A día de hoy se puede incluso beber en el famoso pozo de San Georges, donde se cuenta que bebió la mismísima Virgen María y en la iglesia frente al pozo hay una pequeña gruta donde se supone que vivió la Sagrada Familia. Y es que no en vano, muchos llaman a Egipto «Tierra Santa». No es de extrañar, que en el preámbulo de la Constitución de 2014 Egipto sea nombrado como «cuna de las religiones y el estandarte de gloria de las religiones reveladas».
La situación religiosa actual en Egipto
Tras estas bellas palabras, cabe recordar no obstante que en el siglo xxi estos auténticos egipcios viven en minoría y son sólo el 8,3% de la población frente a un 91,1% de mayoría musulmana. Conforme a los efectos de la ley y según el artículo 2 de la ley fundamental egipcia como nos recuerda ACN (Ayuda a la Iglesia Necesitada) según datos del informe de libertad religiosa de 2018 de la fundación pontificia, «el islam es la religión del Estado y el árabe es su lengua oficial. Los principios de la sharía islámica son la fuente principal de legislación».
La República Árabe de Egipto y sus habitantes son una vez más, fuente de contradicciones ya que es precisamente en Egipto, el país donde a pesar de los datos mencionados recientemente, tienen la mayor comunidad cristiana en todo el mundo árabe. Es más, recientemente el propio presidente acudió a la inauguración de la mayor catedral de todo Oriente Medio. Este evento coincidió con la Natividad copta que se celebra el 7 de enero. Y es que según el artículo 3 lo que dicen las autoridades religiosas que les mantiene en flote es que «los principios canónicos de los cristianos y los judíos egipcios son la fuente principal de las legislaciones que regularán su estatus personal, sus asuntos religiosos y la elección de sus líderes espirituales».
Pero no todo acaba aquí, bajo la aparente protección y garantía de libertades, y aunque en menor medida que otros años, el policía que protegía hace apenas unas semanas este 2019, la iglesia en un barrio de El Cairo, murió habiendo cumplido su objetivo: evitar que el atentado con bomba interrumpa y acabe con los fieles celebrando la fecha tan esperada que pone fin a 40 días de estricto ayuno. No podemos olvidar que en estos tres últimos años en varios ataques más de 100 personas han sido objetivo directo de muchos ataques yihadistas.
Auténticos mártires de nuestro tiempo
Hoy, vamos a hablar no sólo de atentados, violencia, crímenes que los hay, sino de otra realidad mucho menos conocida pero no por ello menos importante. Los que quieren saber de verdad más acerca de estos cristianos, los coptos, seguirán leyendo, ya que hay mucho más que contar. Y es que detrás de cada atentado se esconde una historia, una familia, una fe, una esperanza y un amor a Dios que van más allá de cualquier simple titular de «nuevo atentado contra los coptos» y es que ¿no lo anunció ya Jesús cuando dijo «por mi causa, seréis perseguidos». Así es, y puedo asegurarles, queridos lectores, que ellos se sientes orgullosos de cumplir este mensaje profético del Señor, aunque les cueste la vida, ya que significa que están cumpliendo con las exigencias del Evangelio, y llevando la esperanza hasta límites que quizás nos conocemos, dejando sus vidas en manos del Señor, como auténticos mártires de nuestros tiempos, como ya lo anunció el Señor.
Esto no se puede explicar de otra manera si no es por unas profundas creencias. Unas convicciones que van más allá de profundos estudios, ya que en este país no todos pueden acceder a algo tan básico como la enseñanza obligatoria, y aunque algunos terminan sus estudios y ocupan cargos importantes en puestos públicos y privados la fe que reciben es una fe que conoce de cerca lo que supone seguir a Jesús hasta el extremo, y como dijo Él, hasta dar la vida por sus amigos. Y es que ¿no están dando acaso ellos la vida por Dios y en consecuencia para defender a su familia a su comunidad y para hacer que permanezca su religión, cada vez que asisten a una misa que se juegan la vida yendo a estos monasterios donde saben que ha habido ya atentados?
En mi opinión esta fe para ellos, que acorde con la situación cultural y social que reciben, es lo que les da una gran fuerza y un valor para seguir adelante, ya que llevan literalmente tatuados en sus puños la cruz. Esta cruz, les sirve para pasar a las iglesias sin que los guardas de seguridad les pidan los pasaportes como a nosotros, extranjeros. Ellos, iban por delante y como si fuera una pulsera o un símbolo distintivo a cuando entramos en un club en Occidente, ellos con la cruz tenían acceso a los lugares de culto. Recomiendo no tener la ingenuidad de querer entrar sin ellos o sin avisar antes a las autoridades religiosas al entrar en una iglesia o similares, ya que es posible que los policías y los controladores puedan activar todas las precauciones necesarias cuando un occidental entra sin motivo alguno en una de sus iglesias. Pero no hay que preocuparse, pasados los sustos y tras el control de pasaportes, podéis estar seguro que os darán un abrazo y os llamarán enseguida hermano.
Un pueblo pobre con una fe grande
Esta fe sencilla de los coptos, en especial los que conocí en un barrio de extrema pobreza a las afueras de El Cairo, llamado Ezbeth el Nakhl, nos muestra como poder seguir a Jesús en el día a día y que vivir el mensaje de amor es una tarea al alcance de todos. Tal y como he aprendido en estos años gracias a Schola Cordis Iesu, y como nos enseñó la doctora de la Iglesia, santa Teresita del Niño Jesús, hay que hacerse como niños para dejarse coger en brazos de su Padre. Decía también Jesús en las Escrituras, de los niños es el Reino de los Cielos, y estos mensajes los pude comprobar tras pasar unos meses cerca de ellos: los pequeños, los pobres, los humildes y los sencillos. Con su fe tan pequeña sin complejidades, sin creerse mejor por hacer ciertas cosas o por no hacer otras, me mostraban como seguir teniendo confianza en el Señor. Lo que salva no es el hombre, no son nuestras acciones, ni será cuanto más hayamos hincado la rodilla como decimos a veces, sino lo que salva es la gracia, esta gracia tan abundante que brota del Sagrado Corazón de Jesús y que ni siquiera merecemos pero que no dejamos de recibir en abundancia. Esta voz que oyó en su día la ya canonizada santa Teresa de Calcuta nos recuerda las palabras de Jesús en la Cruz, «Tengo sed» y es que el mismo Cristo tiene sed de nuestro amor.
Y si algo he podido ver que tenían estas familias de basureros, que literalmente trabajaban en la basura separando todo lo que recogen en el centro de El Cairo, es que al final del día tras andar horas y horas entre ratas, asnos y montones de porquerías se duchaban y arreglaban para vivir lo más importante del día, la misa, el encuentro con el Señor. Ellos saben que son hijos de Cristo y su condición de pobreza, (muchos padres no sabían leer), no les iba a impedir acercarse al Mesías como ellos lo llaman. Es por eso que desde pequeños, nos encontramos con niños con tatuajes casi más grandes que ellos mismos, o con la Virgen María en un brazo y otro santo como Abanoub, que fue mártir muy joven, en el otro brazo. Hay que mencionar que en este país algunas tradiciones tienen un origen cultural también muy arraigado, pero pude experimentar esta sencillez que tanto me sorprendió y este amor incondicional al Señor, cuando tras los atentados en noviembre en Minya, al sur de Egipto, me contaron sin dudarlo que estaban en el Cielo.
Aprendamos de nuestros hermanos coptos
Yo, que había ido hace tan solo unas semanas a uno de esos famosos monasterios, que fueron los primeros de la Cristiandad, donde empezaron los primeros monjes en el desierto a llevar una vida contemplativa, me preguntaba, ¿qué hubiéramos hecho nosotros de estar en este autobús, tenemos nuestro corazón preparado cada día para el Señor, para responder a su llamada, para dar la vida por Él?
No sé que haríamos nosotros, pero lo que ellos sí tienen claro, es que Dios no les abandona y aunque es duro para ellos, y se preguntan en ocasiones, ¿por qué si Dios abrió el mar Rojo no detiene esto? Sé que luego son los primeros en predicar orgullosos que son los hijos del único y verdadero Dios. «A quien mucho ama, mucho se le perdona» y vivir amando es mejor que vivir asustados, alejados o creyendo que este mensaje de Amor no es para nosotros, o que casi más peligroso que no lo merecemos. Vivo convencida de que tenemos que aprender mucho de nuestros hermanos en Cristo no sólo por lo que ya sabíamos y que les honra, como el hecho de ser mártires, sino por llevar una vida con la mirada puesta en Cristo y no en su debilidad.
Para terminar, propongo confiarnos a la Reina de la Paz y Auxilio de los Cristianos, la Virgen María, en concreto a la Virgen de Fátima, patrona de ACN , fundación que nos propone esta oración:
«Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor, mira a tus hijos e hijas que a causa de la fe en tu Santo Nombre sufren la persecución y discriminación en Irak, Siria, en Egipto y tantos lugares del mundo.
Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza
en los momentos más difíciles de perseverar en la fe.
Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen.
Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe en alegría y libertad.
Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz
interceda por ellos y les guíe por el camino de santidad.
Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos aumente nuestro compromiso cristiano, que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe.
Abre, Señor, nuestros corazones para que con generosidad sepamos llevarles el apoyo y mostrarles nuestra solidaridad.
Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor»