Una ciudad del sur de Suecia, Vaxjo, acaba de conceder permiso para que el muecín llame a la oración desde el minarete de la mezquita local. Eso sí, la ordenanza establece un límite de decibelios y sólo se permitirá los viernes.
La decisión ha sorprendido a muchos, pues el ayuntamiento de la misma localidad había denegado en varias ocasiones la petición de la iglesia católica, situada a menos de un kilómetro de la mezquita, para poder hacer sonar sus campanas. El párroco de la iglesia de San Miguel, el padre Ingvar Fogelqvist, ha recordado que desde los años noventa del pasado siglo todas las peticiones para poder repicar las campanas los domingos y en solemnidades especiales han sido rechazadas.
Otras dos ciudades suecas han autorizado las llamadas a la oración desde las mezquitas: Botkyrka, un suburbio de Estocolmo, y Karlskrona, una ciudad situada en el sudeste del país. Según una encuesta realizada por un organismo estatal, el 60% de los suecos son contrarios a este tipo de permisos, pero el peso de los 400.000 musulmanes que viven en Suecia es cada vez más difícil de ignorar y resulta mayor que el de los 113.000 católicos suecos en un país oficialmente luterano pero que mayoritariamente vive sin religión.
Europa está mutando ante nuestros ojos y aún hay quien no quiere darse cuenta de esta radical transformación.
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