La noche del 18 al 19 de julio de 1830, mientras en los clubs parisinos se preparaba ya la entronización de la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans, la Virgen María se aparece por primera vez a santa Catalina Labouré. Meses después, la santa vuelve a ver a la Santísima Virgen, que le encarga acuñar una medalla según el modelo que Ella misma le presenta, prometiéndole que todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias.
Diez años más tarde, más de 60 millones de «medallas milagrosas» habían sido difundidas por todo el mundo, multiplicándose las curaciones, conversiones y gracias obtenidas por su medio. Pero el acontecimiento que había de dar mayor difusión a esta medalla fue la maravillosa y súbita conversión de Alfonso Ratisbona, «judío de nombre pero que en realidad no creía nada», por la sola mirada de la Madre de Dios.
Con la Medalla Milagrosa al cuello gracias al celo de su amigo el barón de Bussières y movido, sin duda, por la Virgen, el 20 de enero de 1842 entraba Alfonso en la iglesia romana de san Andrés delle Fratte mientras esperaba que su amigo acabara unas gestiones. «A los pocos momentos de hallarme en ella –explica el propio Ratisbona–, me sentí dominado por una turbación inexplicable; levanté los ojos y me pareció que todo el edificio desaparecía de mi vista… Una sola capilla había concentrado, por decirlo así, toda la luz, y en medio de aquel esplendor, apareció en pie sobre el altar, radiante de majestad y de dulzura, la Virgen María, tal como está grabada en la Medalla. Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla. Entonces la Virgen me hizo una seña con la mano como indicándome queme arrodillara, y una vez que lo hice, me pareció por el aspecto de su rostro que me decía: ¡Está bien!.. La Virgen no pronunció ninguna palabra, pero lo comprendí todo. (…) Experimenté un cambio tan completo que creí ser otro, la alegría más ardiente brotó del fondo de mi alma; no podía hablar. (…) No sabría dar cuenta de las verdades de las cuales había adquirido conocimiento y fe. Todo lo que puedo decir es que cayó el velo que tenía ante los ojos; no un solo velo, sino que se desvaneció la multitud de velos que me rodeaban. (…) Salí de un abismo de tinieblas». Era la primera y la única aparición de la Virgen acaecida en la capital italiana que ha recibido la aprobación por parte de la Iglesia.
El 31 de enero Alfonso era bautizado con el nombre de María y a partir de aquel día se dispuso a cumplir la vocación que había sentido cuando María le miró sonriente: la Reina de los profetas se le apareció a él, a un hijo de los profetas, para que participara a su pueblo el don que había recibido, y condujera a su Señor las ovejas de Israel. Ordenado sacerdote en 1847, fundó junto a su hermano Teodoro, sacerdote convertido años atrás, la Congregación de Nuestra Señora de Sion, presente hoy en día en 24 países de los cinco continentes para dar testimonio en la Iglesia y en el mundo de la fidelidad de Dios a su amor por el pueblo judío y apresurar el cumplimiento de sus promesas.
El 20 de enero de 1917, fray Maximiliano Kolbe, estudiante del Colegio Franciscano de Roma, se hallaba en la capilla escuchando maravillado el relato de la milagrosa aparición de la Inmaculada a Alfonso Ratisbona ocurrida setenta y cinco años antes cuando, según el mismo relata, recibió su primera inspiración de lo que había de ser la Milicia de la Inmaculada. Al año siguiente, se dirigió a la iglesia de san Andrés delle Fratte para decir allí su primera misa ante el altar en que la Virgen se la apareció a Ratisbona. Dos placas, situadas a ambos lados del altar de la Madonna del Miracolo, recuerdan ambos acontecimientos.
El próximo 20 de enero de 2017 se cumple el 175º aniversario de la aparición que hemos narrado y por ello, el primer domingo de Adviento tuvo lugar la apertura de un Año mariano en la basílica de san Andrés delle Fratte, llamada por Benedicto XV la «Lourdes romana» por la gran devoción de que goza y las muchas conversiones que han tenido lugar en ella. Varios serán los eventos que tendrán lugar con motivo de este Año Mariano, muchos de ellos estarán relacionados con el don de la indulgencia otorgada para los jubileos, y también con el 125º aniversario de la coronación del cuadro de la Virgen de la Milagrosa por el Capítulo Vaticano, que recuerda la aparición mariana, además de la conmemoración del 75º aniversario de la elevación del templo a Basílica.
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