La crisis económica, la incertidumbre ante el futuro, el invierno demográfico, la llegada masiva de inmigrantes, los crecientes atentados yihadistas, todo confluye para que el pretendido «paraíso secular post-histórico» en el que algunos pretendían que ya estábamos viviendo muestre síntomas graves de deterioro. Este malestar va tomando diversas formas en diversos lugares, en ocasiones incluso contradictorias: populismos de todo tipo, a derecha e izquierda, el abandono de la Unión Europea por parte de Gran Bretaña, tensiones interétnicas cada vez más frecuentes, todo ello son síntomas de una profunda malaise europea. Alemania, locomotora económica de Europa, había quedado al margen hasta ahora de esta tendencia. La llegada masiva de supuestos refugiados (1,1 millones el año pasado) y los constantes incidentes provocados por algunos de ellos, muy en especial las violaciones masivas durante la Nochevieja en Colonia, ha cambiado el panorama relativamente tranquilo alemán. Desde entonces, el nuevo partido Alternativa por Alemania no deja de registrar buenos resultados electorales y consigue en torno a un 20% del apoyo electoral. Su segundo puesto, por delante del partido de la canciller Angela Merkel, la CDU, en su estado natal de Mecklenburgo-Pomerania parece indicar que su irrupción en el panorama político alemán tiene visos de permanencia. Alternativa por Alemania es presentado regularmente como un peligroso partido xenófobo, aunque se hayan desmarcado decididamente de otros grupos a los que sí se puede aplicar con motivo ese adjetivo. Lo cierto es que están abiertamente a favor de limitar la llegada de nuevos inmigrantes, que también son críticos con la tecnocracia europeísta y que abogan por implantar planes que favorezcan la natalidad, al tiempo que se presentan como contrarios a la ideología de género. Un diputado de la CDU declaraba, tras los buenos resultados de Alternativa por Alemania, que no podía entenderlos pues «a la gente en Alemania le va materialmente mejor que nunca». Quizás en su propia confesión se encierra una clave para empezar a comprender lo que a él le parece incomprensible. Es posible que haya alemanes que, aunque estén ahora mismo materialmente mejor, contemplen un futuro lleno de nubarrones, un futuro de tensiones étnicas, atentados y conflicto de baja intensidad provocados por una creciente población musulmana que no acepta los parámetros de convivencia comunes en Europa y que quiere imponernos su forma de vida. Es posible que el sueño de una sociedad multicultural en la que todos serían comprensivos y tolerantes con las costumbres de sus vecinos no sea más que una ilusión de la que ahora muchos despiertan sacudidos por la realidad. Quizás a los alemanes les importe algo más que estar materialmente bien.
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