»Por haberme llevado de la mano al noviciado, a pesar de mis graves infidelidades durante el año que pasé en el mundo.
»Por haberme dado, en medio de toda clase de irregularidades, un sincero amor a la perfección religiosa y una firme esperanza de alcanzarla.
»Por haberme librado de las tentaciones contra la fe, que duraron un año entero.
»Por haberme inspirado una especial devoción a su divino Corazón, al Corazón de su Madre, a san José, san Pablo, santa Magdalena, santa Teresa, san Ignacio, san Francisco Javier y san Francisco Regis.
»Por haberme dado un amor filial a la Iglesia y un fuerte deseo de hacer por medio de los demás el bien que mi miseria no me permite hacerme a mí mismo.
»Por haberme permitido hacer, bajo una guía esclarecida, los santos Ejercicios del tercer año y por haberme dado muchas iluminaciones.
»Por haberme puesto en contacto con almas santas que rezan por mí y cuyo fervor compensa mis miserias.
»Por haberme dado, en los estudios, el sentido y el amor de la doctrina tradicional de la Iglesia católica».
Comentario:
Dimos noticia en anterior ocasión de las notas que el padre Ramière llevaba siempre consigo recogidas en una pequeña libreta como acción de gracias a Dios por su misericordia sin límite. Recogemos este mes los apartados relativos a su etapa propiamente de formación, tanto en los estudios como en lo relativo a la vida espiritual: comienza por su ingreso en el noviciado, que transcurriría durante dos años en Avignon, y se extiende hasta 1861, cuando se da a conocer como apóstol del Corazón del Redentor. Destacamos: reconoce una especial devoción «a su divino Corazón…», «amor filial a la Iglesia», «los santos Ejercicios», «el sentido y el amor de la doctrina tradicional de la Iglesia».











