En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era
confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los
abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie
de las aguas.
Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas.
Dios llamó a la luz «Día». y a las tinieblas «Noche». Atardeció y
amaneció: fue el día primero.
Dijo Dios: «Haya una bóveda en medio de las aguas, para que
separe unas aguas de las otras».
Hizo Dios entonces como una bóveda y separó unas aguas de
las otras: las que estaban por encima del firmamento, de las que
estaban por debajo de él. Y así sucedió.
Dios llamó a esta bóveda «Cielo». Y atardeció y amaneció: fue el
día segundo.
Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo de los cielos en un solo
depósito, y aparezca el suelo seco». Y así fue.
Dios llamó al suelo seco «Tierra» y al depósito de las aguas «Mares». Y vio Dios que esto era bueno.
Dijo Dios: «Produzca la tierra hortalizas, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie». Y así fue.
La tierra produjo hortalizas, plantas que dan semillas y árboles
frutales que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su
especie. Dios vio que esto era bueno.
Génesis 1