NUEVO y trágico movimiento en el «gran juego» que se inició con el ataque terrorista de Hamás sobre Israel el pasado 7 de octubre de 2023 y que dio lugar a un cataclismo que está reconfigurando Oriente Medio. Tras la guerra en Gaza, en el Yemen, la ofensiva israelí en el Líbano contra Hezbolá y el intercambio de golpes entre Israel e
Irán, ahora la pieza que ha caído ha sido Siria.
Una Siria que formaba parte del grupo de países aliados de Irán y que formaba parte de la llamada «media luna chiíta» (aunque propiamente hablando el presidente sirio Bashar el Assad es alauita, una rama que se desgajó del chiismo) que unía los territorios del Líbano, controlado por Hezbolá, Siria, Iraq (de población mayoritaria chiíta) e Irán. La extrema debilidad de un Hezbolá duramente golpeado por el ejército israelí y de un Irán en el punto de mira de Israel, junto a la incapacidad del otro gran valedor de Assad, Rusia, ahora embarrada en la guerra de Ucrania, para repetir lo sucedido en 2014, cuando la intervención rusa salvó su régimen, han sido determinantes.
Así se comprende la incapacidad del régimen de Assad frente al avance de los yihadistas de Hayat Tahrir Un grupo armado en la plaza Omeya de Damasco tras la toma de la ciudad.
al-Sham (HTS), una organización salafi ta cercana a Al Qaeda, armada y fi nanciada por una Turquía que ya invadió hace tiempo la franja fronteriza con Siria (una invasión que, por cierto, no ha levantado ninguna protesta) y que ahora se asegura que Damasco
está bajo control de un aliado suyo.
Junto al HTS, la ofensiva ha contado con milicias yihadistas kirguisas, uzbekas y de otras nacionalidades, incluyendo al grupo salafi ta Ajnad-alKavkaz, que ya participó en la guerra civil siria, ha combatido después en el frente ucraniano y regresa ahora victorioso a Siria.
Con la caída de Assad no sólo sale reforzada Turquía, también Israel ha aprovechado para ocupar su franja fronteriza con Siria: de este
modo, tanto Turquía como Israel se aseguran sendas franjas de seguridad. Además, al perder el eslabón sirio, será mucho más difícil que Irán haga llegar armamento a sus aliados de Hezbulá en el Líbano, algo que también favorece a Israel.
En cuanto al resto del país, está por ver si los nuevos dueños de Damasco son capaces de imponer su orden en el resto del país o si Siria va a quedar en manos de diversas milicias y señores de la guerra, como ya sucedió en Libia tras el derrocamiento de Gaddafi .
Pero más allá de los cambios de equilibrios, los grandes perdedores
de estas convulsiones en la región son los cristianos. El régimen baasista de Assad puede ser duramente criticado por múltiples motivos, pero lo cierto es que los cristianos y otras minorías religiosas podían vivir en paz. Ahora se abre un periodo que, para algunos, es de incertidumbre, pero que a tenor de lo sucedido en el pasado no augura nada bueno para los cristianos, perseguidos y discriminados en casi todo Oriente Medio y a los que cada
vez más sólo les queda la opción de abandonar la región. En un momento de convulsiones, cuando el futuro es de una volatilidad extrema, lo único que parece seguro es que ese signo de los tiempos que es el éxodo de cristianos de Oriente Medio va a proseguir.
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Ante la cercanía del Jubileo extraordinario de la Misericordia y con el deseo de que la indulgencia jubilar llegue a cada uno de todos los fieles como genuina experiencia de la misericordia de Dios el papa Francisco ha hecho públicas...