El hecho del descubrimiento y evangelización de América, con juicios diversos y contradictorios, periódicamente vuelve a ser de gran actualidad. Noticias como lo ocurrido últimamente en México en la toma de posesión de la nueva presidenta y un reciente reportaje televisivo, sosteniendo la ya vieja tesis del origen judío de Cristóbal Colon, son muestras de ello.
Como han reconocido tantos historiadores, ha sido una gesta única en la historia de la civilización occidental en la que España ha tenido un protagonismo esencial. Toynbee en su monumental obra: “Estudio de la Historia”, subraya la importancia totalmente excepcional del descubrimiento, que estuvo impulsado por una lucha multisecular contra el Islam.
“Esos pioneers ibéricos de la Cristiandad Occidental prestaron un incomparable servicio a la civilización que representaban. Dilataron el horizonte, y por ende virtualmente el dominio, de nuestra Sociedad Occidental, desde un oscuro rincón del Viejo Mundo, hasta que llegó a abrazar todas las tierras habitables y mares navegables de la superficie del planeta. Debido a la energía y empresa ibéricas, la Cristiandad Occidental ha crecido como el grano de mostaza de la parábola, hasta convertirse en «la Gran Sociedad»: árbol bajo cuyas ramas han venido a cobijarse todas las naciones de la tierra. Este mundo occidental de los últimos tiempos es obra peculiar de los pioneers ibéricos de la Cristiandad Occidental; y la energía occidental que cumplió esa hazaña fue provocada, sostenida y exigida hasta su intensidad máxima por la incitación de la presión siríaca en el frente ibérico. Los navegantes castellanos y portugueses que en el primer siglo de nuestra Edad Moderna (área 1475-1575 a. de G) hicieron sentir su presencia por todo el mundo eran los herederos de los hombres de frontera cuyo espíritu se había templado en treinta generaciones de tenaz guerra fronteriza contra los moros en las marcas ibéricas”. ( A.Toynbee: Estudio de la Historia. Vol II pag 212)
Podríamos rastrear en la historia del antiguo reino visigótico como la Providencia había ido preparando al pueblo hispánico no solo a defender su fe, sino a colaborar con una actitud decidida y entusiasta en la tarea evangelizadora. Cuando en el 589 en el III Concilio de Toledo, Recaredo, como rey de los visigodos, junto con toda su nobleza se convierten al cristianismo , San Leandro pronunció una homilía, que refleja esta actitud esperanzada que anuncia esta tarea evangelizadora en la que España colaborará de forma tan admirable en siglos posteriores.
“Por lo tanto, hermanos,-afirma San Leandro- debemos alegrarnos en el Señor con toda la alegría de nuestro corazón y regocijarnos en Dios, nuestra salud. Sírvannos las promesas cumplidas para creer en la verdad de las que esperan cumplimiento; y si vemos hoy realizado lo que dice el Señor: otras ovejas tengo que andan fuera del redil, y conviene que vengan a mí para que haya una grey sola y un solo pastor, no dudemos de que el mundo todo habrá de creer en Cristo, y allegarse a la única Iglesia verdadera; pues con palabras del mismo Señor aprendimos en el Evangelio que el Evangelio de su Reino será predicado en todo el orbe para dar de él testimonio a todas las gentes, y entonces, añade, vendrá el fin de los tiempos. De suerte que, si hay alguna región del mundo, o queda algún pueblo bárbaro para el cual no haya nacido aún el sol de la fe de Cristo, no hemos de poner en duda que él también habrá de creer, y formar parte de la Iglesia única de Cristo, si tenemos por verdadero lo que el mismo Dios ha dicho”
La conversión de los visigodos es el anuncio de la entrada en la Iglesia de otros pueblos, fruto de la predicación que llegará a los confines del mundo, preparando la consumación de la historia, en que toda la humanidad formará parte de la Iglesia, confesando la misma fe en Cristo Jesús. Esta misma idea, ya no como anuncio, sino como próxima realidad es la que expresa el poeta de la corte de Carlos V, Hernando de Acuña contemplando lo que era en aquel momento el Imperio español bajo el reinado de Emperador carolino
“Al Rey nuestro Señor
Ya se acerca, Señor, o es ya llegada
la edad gloriosa en que promete el Cielo
una grey y un pastor solo en el suelo,
por suerte a vuestros tiempos reservada.
Ya tan alto principio en tal jornada
os muestra el fin de vuestro santo celo,
y anuncia al mundo, para más consuelo,
un Monarca, un Imperio y una Espada”.
La tarea evangelizadora estuvo durante siglos íntimamente unida a la historia de España, fueron los siglos de oro de su historia, y a pesar de todos los avatares, decadencias y olvidos, renace siempre de distintos modos en la sociedad española. Dos ejemplo muy diversos, el primero y más importante es el celo misionero que especialmente en el siglo XX caracterizó la iglesia española. Aun nuestros días podemos encontrar misioneros españoles en los cinco continentes. El segundo testimonio es literario, me refiero a los últimos versos del poema de la Atlántida de Mn. Cinto Verdaguer en que expresa poéticamente, como en sueños la reina Isabel percibe la continuidad entre el final de la Reconquista, y el descubrimiento de América presagio de una nueva etapa esplendorosa de la historia
“Lo sabi anciá, que desde un cim l’ovira,
sent extremir lo cor com una lira;
veu á l’Ángel d’Espanya, hermós y bell,
que ahí’ ab ses ales d’ or cubrí á Granada,
aixamplarles avuy com l’ estelada
y ferne l’ampla terra son mantell.
Veu morgonar ab l’ espanyol imperi
l’arbre sant de la Creu á altre hemisferi,
y ‘l món á la seva ombra reflorir”