VIENDO las maravillas del Calvario de un Dios, muerto por salvar a todos los hombres, se angustia el corazón del cristiano con el espectáculo de tantas víctimas de la ignorancia y de la corrupción, y se pregunta: ¿Cómo se explica que tantas almas creadas a imagen de la Santísima Trinidad, y rescatadas con la sangre del Salvador, vivan sin conocimiento alguno de esta copiosa redención, y dispongan de tan pocos medios de salvarse?
Dice san Pablo que es menester orar por todos, porque Dios quiere la salvación de todos. ¿No se ve aquí que
el cumplimiento de la voluntad divina no depende tan solo de la libre cooperación de los que se han de salvar,
sino también del celo, de las oraciones, de los que, estando ya en camino de salvación, son llamados por Dios
para atraer a la vía del divino servicio a sus hermanos? Pues ahí está la última explicación del estado deplorable
del mundo, y el secreto de su salvación futura. ¿Tendrá que renunciar el Corazón de tu Dios a la esperanza por Él concebida de hallar en ti un auxiliar dispuesto a recoger la mies? Dirás, tal vez, que careces de autoridad,
elocuencia, bienes de fortuna y otros medios para poder tener algún infl ujo. Pero esta excusa no vale. El medio
más poderoso de infl uir en los demás está al alcance de todos los cristianos, y todos podemos echar mano de él a todas horas, y hasta en las situaciones menos favorables.
No todos poseemos el arte de hablar bien, ni todos tenemos fuerzas para todo; pero todos somos capaces
de desear, y por tanto todos podemos orar, y por el fervor y constancia de nuestras súplicas, podemos obtener
la gracia que salva a las almas. Esta colaboración te pide el Corazón de Jesús.
Apostolado de la Oración. Introducción IV
El padre Igartua, S.I. (1913-1992), eminente teólogo, director de Ejercicios y que asumiera también la Dirección nacional del Apostolado de la Oración en España, aún con sede en Bilbao, para conmemorar el centenario
del libro original del padre Ramière, daba a la imprenta dos obras, de las que la primera es su muy notable traducción, anotada bajo el título Podemos cambiar el mundo, y la segunda, Vivir con la Iglesia. La espiritualidad del Apostolado de la Oración, que es una exposición teológica y pastoral del culto y devoción al Sagrado Corazón del Redentor del hombre. Estamos en las vísperas del Concilio Vaticano II, el cual, en la constitución dogmática Lumen gentium, enseña como vocación universal de los fi eles, en tanto incorporados por el Bautismo a Jesucristo Sacerdote, Profeta y Rey, la consagración del mundo. Y si, en efecto, el libro resulta memorable, cuanto más su mismo autor.
A ENRIQUE RAMIÈRE, S.I., organizador y segundo fundador del Apostolado de la Oración, en el centenario de su memorable libro L’Apostolat de la Prière. 1861 – 1961. Juan Manuel Igartua S.I. Vivir con la Iglesia