• Portada
  • Historia
  • Hemeroteca
  • Suscripción
  • Redacción
  • Acceso
  • Registro
  • Editorial
  • Artículos
  • Actualidad
    • Actualidad política
    • Actualidad religiosa
  • Secciones
    • Orientaciones bibliográficas
    • Hemos leído
    • Iglesia perseguida
    • Pequeñas lecciones de historia
    • In memoriam
    • 75 años
    • Año de la oración
  • Jubileo del Sagrado Corazón
    • Monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús
    • La Devoción al Corazón de Jesús
    • Centenario Consagración de España al Corazón de Jesús
    • Consagración al Corazón de Jesús
CRISTIANDAD
  • Editorial
  • Artículos
  • Actualidad
    • Actualidad política
    • Actualidad religiosa
  • Secciones
    • Orientaciones bibliográficas
    • Hemos leído
    • Iglesia perseguida
    • Pequeñas lecciones de historia
    • In memoriam
    • 75 años
    • Año de la oración
  • Jubileo del Sagrado Corazón
    • Monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús
    • La Devoción al Corazón de Jesús
    • Centenario Consagración de España al Corazón de Jesús
    • Consagración al Corazón de Jesús
CRISTIANDAD

Necesidad de la oración. San Alfonso Mª de Ligorio

En vísperas del Año Jubilar de 2025, el papa Francisco ha hecho un llamamiento para que 2024 sea el Año de la oración. «Me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo». Respondiendo a la llamada del Santo Padre, Cristiandad inaugura esta nueva sección dedicada a la oración para este año 2024. Esperemos que a lo largo de este Año de Oración nos esforcemos por elevar nuestros corazones y mentes a Dios en preparación para la celebración del gran Año Jubilar.

Por San Alfonso Mª de Ligorio
junio 2024
en Año de la oración
6 min de lectura

PublicacionesRelacionadas

De los grandes provechos que se obtienen  de la oración

De los grandes provechos que se obtienen de la oración

mayo 2024

En grave error incurrieron los pelagianos al afirmar que la oración no es necesaria para alcanzar la salvación. Afirmaba su impío maestro, Pelagio, que sólo se condena el hombre que es negligente en conocer las verdades que es necesario saber para la vida eterna. Mas el gran san Agustín salióle al paso con estas palabras: «Cosa extraña: de todo quiere hablar Pelagio menos de la oración, la cual sin embargo (así escribía y enseñaba el santo) es el único camino para adquirir la ciencia de los santos, como claramente lo escribía el apóstol Santiago: Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría pídasela a Dios, que a todos la da copiosamente y le será otorgada».
Nada más claro que el lenguaje de las Sagradas Escrituras, cuando quieren demostramos la necesidad que de la oración tenemos para salvarnos… Es menester orar siempre y no desmayar.. Vigilad y orad para no caer en la tentación. Pedid y se os dará… Está bien claro que las palabras: Es menester… orad… pedid significan y entrañan un precepto y grave necesidad. Así cabalmente lo entienden los teólogos. Pretendía el impío Wicleff que estos textos sólo significaban la necesidad de buenas obras, y no de la oración; y era porque, según su errado entender, orar no es otra cosa que obrar bien. Fue este un error que expresamente condenó la santa Iglesia. De aquí que pudo escribir el doctor Leonardo Lessio: «No se puede negar la necesidad de la oración a los adultos para salvarse sin pecar contra la fe, pues es doctrina evidentísima de las Sagradas Escrituras que la oración es el único medio para conseguir las ayudas divinas necesarias para la salvación eterna.
La razón de esto es clarísima. Sin el socorro de la divina gracia no podemos hacer bien alguno: «Sin mí nada podéis hacer», dice Jesucristo. Sobre estas cosas escribe acertadamente san Agustín y advierte que no dice el Señor que nada podemos terminar, sino que nada podemos hacer. Con ello nos quiso dar a entender nuestro Salvador que sin su gracia no podemos realizar el bien. Y el Apóstol parece que va más allá, pues escribe que sin la oración ni siquiera podemos tener el deseo de hacerlo. Por lo que podemos sacar esta lógica consecuencia: que si ni siquiera podemos pensar en el bien, tampoco podemos desearlo… Y lo mismo testifican otros muchos pasajes de la Sagrada Escritura. Recordemos algunos, Dios obra todas las cosas en nosotros… «Yo haré que caminéis por la senda de mis mandamientos y guardéis mis leyes y obréis según ellas». De aquí concluye san León papa que nosotros no podemos hacer más obras buenas que aquellas que Dios nos ayuda a hacer con su gracia.
Así lo declaró solemnemente el Concilio de Trento, «Si alguno dijere que el hombre sin la previniente inspiración del Espíritu Santo y sin su ayuda puede creer, esperar, amar y arrepentirse como es debido para que se le confiera la gracia de la justificación, sea anatema».
A este propósito hace un sabio escritor esta ingeniosa observación: «A unos animales dio el Creador patas ágiles para correr, a otros garras, a otros plumas, y esto para que puedan atender a la conservación de su ser… pero al hombre lo hizo el Señor de tal manera que Él mismo quiere ser toda su fortaleza. Por esto decimos que el hombre por sí solo es completamente incapaz de alcanzar la salvación eterna, porque dispuso el Señor que cuanto tiene y pueda tener, todo lo tenga con la ayuda de su gracia.
Y apresurémonos a decir que esta ayuda de la gracia, según su Providencia ordinaria, no la concede el Señor, sino a aquel que reza, como lo afirma la célebre sentencia de Gennadio: «Firmemente creemos que nadie desea llegar a la salvación si no es llamado por Dios… que nadie camina hacia ella sin el auxilio de Dios… que nadie merece ese auxilio, sino el que se lo pide a Dios».
Pues si tenemos, por una parte, que nada podemos sin el socorro de Dios y por otra que ese socorro no lo da ordinariamente el Señor sino al que reza ¿quién no ve que de aquí fluye naturalmente la consecuencia de que la oración es absolutamente necesaria para la salvación? Verdad es que las gracias primeras, como la vocación a la fe y la penitencia las tenemos sin ninguna cooperación nuestra, según san Agustín, el cual afirma claramente que las da el Señor aun a los que no rezan. Pero el mismo doctor sostiene como cierto que las otras gracias, sobre todo el don de la perseverancia, no se conceden sino a los que rezan.
De aquí que los teólogos con san Basilio, san Juan Crisóstomo, Clemente Alejandrino y otros muchos, entre los cuales se halla san Agustín, sostienen comúnmente que la oración es necesaria a los adultos y no tan sólo necesaria como necesidad de precepto, como dicen las escuelas, sino como necesidad de medio. Lo cual quiere decir que, según la Providencia ordinaria de Dios, ningún cristiano puede salvarse sin encomendarse a Dios pidiéndole las gracias necesarias para su salvación. Y lo mismo sostiene santo Tomás con estas graves palabras: «Después del Bautismo le es necesaria al hombre continua oración, pues si es verdad que por el bautismo se borran todos los pecados, no lo es menos que queda la inclinación desordenada al pecado en las entrañas del alma y que por fuera el mundo y el demonio nos persiguen a todas horas».
He aquí como el Angélico Doctor demuestra en pocas palabras la necesidad que tenemos de la oración. Nosotros, dice, para salvarmos tenemos que luchar y vencer, según aquello de san Pablo: El que combate en los juegos públicos no es coronado, si no combatiere según las leyes. Sin la gracia de Dios no podemos resistir a muchos y poderosos enemigos… Y como esta gracia sólo se da a los que rezan, por tanto sin oración no hay victoria, no hay salvación.
Que la oración sea el único medio ordinario para alcanzar los dones divinos lo afirma claramente el mismo santo Doctor en otro lugar, donde dice que el Señor ha ordenado que las gracias que desde toda la eternidad ha determinado concedernos nos las ha de dar sólo por medio de la oración. Y confirma lo mismo san Gregorio con estas palabras: «Rezando alcanzan los hombres las gracias que Dios determinó concederles antes de todos los siglos». Y santo Tomás sale al paso de una objeción con esta sentencia: No es necesario rezar para que Dios conozca nuestras necesidades, sino más bien para que nosotros lleguemos a convencernos de la necesidad que tenemos de acudir a Dios para alcanzar los medios convenientes para nuestra salvación y por este camino reconocerle a Él como autor único de todos nuestros bienes. Digámoslo con las mismas palabras del santo Doctor. «Por medio de la oración acabamos de comprender que tenemos que acudir al socorro divino y confesar paladinamente que Él solo es el dador de todos nuestros bienes».
A la manera que quiso el Señor que sembrando trigo tuviéramos pan y plantando vides tuviéramos vino, así quiso también que sólo por medio de la oración tuviéramos las gracias necesarias para la vida eterna. Son sus divinas palabras; «Pedid.. y se os dará… Buscad y hallaréis».
Confesemos que somos mendigos y que todos los dones de Dios son pura limosna de su misericordia. Así lo confesaba David: «Yo mendigo soy y pobrecito». Lo mismo repite san Agustín: «Quiere el Señor concedernos sus gracias, pero sólo las da a aquel que se las pide. Y vuelve a insistir el Señor: Pedid y se os dará… » Y concluye santa Teresa: «Luego el que no pide, no recibe… ». Lo mismo demuestra san Juan Crisóstomo con esta comparación: A la manera que la lluvia es necesaria a las plantas para desarrollarse y no morir, así nos es necesaria la oración para lograr la vida eterna. Y en otro lugar trae otra comparación el mismo Santo: Así como el cuerpo no puede vivir sin alma, de la misma manera el alma sin oración está muerta y corrompida. Dice que está corrompida y que despide hedor de tumba, porque aquel que deja de rezar bien pronto queda corrompido por multitud de pecados. Llámase también a la oración alimento del alma porque si es verdad que sin alimento no puede sostenerse la vida del cuerpo, no lo es menos que sin oración no puede el alma conservar la vida de la gracia. Así escribe san Agustín.
Todas estas comparaciones de los santos vienen a demostrar la misma verdad: la necesidad absoluta que tenemos de la oración para alcanzar la salvación eterna.

Publicación anterior

«La Eucaristía con María y en María»

Siguiente publicación

Contra el aborto, remedios sobrenaturales

Publicaciones Relacionadas

No hay contenido disponible

Buscar por fecha…

¡Clama ne cesses!

Últimas publicaciones

El amor al Papa

El amor al Papa

mayo 2025

Escritura para el piadoso tránsito de Su Santidad Francisco

mayo 2025
«Corramos al encuentro de Jesús». Última homilía del papa Francisco

«Corramos al encuentro de Jesús». Última homilía del papa Francisco

mayo 2025

Temas

Actualidad Actualidad Política Actualidad Religiosa Apostolado de la oración Cataluña Comunismo Cristiandad, Revista Cristo Rey Editorial España Estados Unidos Eucaristía Europa Familia Filosofía Fragmentos Francia Grabados Historia Iglesia Inglaterra Israel León XIII Liberalismo Mariología Navidad Orlandis i Despuig S.I., Ramón PAPAS (alocuciones, discursos, fragmentos,etc.). Persecución Religiosa Poesía Pío IX, Beato Pío XII Reino de Cristo Religión Rusia Sagrado Corazón de Jesús San Juan XXIII Santa Teresita del Niño Jesús Schola Cordis Iesu Sociología Sociología cristiana Teología de la Historia Varios Vaticano II, Concilio Virgen María

Plura ut unum

Los hermanos Lémann y el Postulatum pro hebraeis

Los hermanos Lémann y el Postulatum pro hebraeis

diciembre 2020
«El programa de la época es la persecución»

«El programa de la época es la persecución»

octubre 2020

El belén, escuela de sencillez

diciembre 2019
  • Aviso legal
  • Política de privacidad
  • Política de cookies
  • Política de contratación
CRISTIANDAD - Al Reino de Cristo por los Corazones de Jesús y María.

Copyright © 2015-2025. CRISTIANDAD. Todos los derechos reservados. Powered by APG.

¡Bienvenido a CRISTIANDAD!

Identifícate con tu cuenta

¿Olvidaste la contraseña? Regístrate

¡Crea una nueva cuenta!

Rellena el siguiente formulario

Rellena todos los campos. Identifícate

Recupera tu contraseña

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico para restablecer tu contraseña.

Identifícate
Gestionar consentimiento
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos. El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.
Administrar opciones Gestionar los servicios Gestionar {vendor_count} proveedores Leer más sobre estos propósitos
Ver preferencias
{title} {title} {title}
  • Editorial
  • Artículos
  • Actualidad
    • Actualidad política
    • Actualidad religiosa
  • Secciones
    • Orientaciones bibliográficas
    • Hemos leído
    • Iglesia perseguida
    • Pequeñas lecciones de historia
    • In memoriam
    • 75 años
    • Año de la oración
  • Jubileo del Sagrado Corazón
    • Monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús
    • La Devoción al Corazón de Jesús
    • Centenario Consagración de España al Corazón de Jesús
    • Consagración al Corazón de Jesús
  • Acceso
  • Regístrate
  • Carrito
¿Seguro que quieres desbloquear esta publicación?
Desbloqueos disponibles : 0
¿Seguro que quieres cancelar la suscripción?