En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confl uirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor. Has rechazado a tu pueblo, a la casa de Jacob.
Porque están llenos de adivinos de Oriente y de agoreros, como los filisteos, y pactan con extranjeros.
Llena está su tierra de plata y oro, no hay límite para sus tesoros; su país está lleno de caballos, no hay límite para sus carros; su país está lleno de ídolos, y se postran ante las obras de sus manos, que fabricaron sus dedos.(…)
Será doblegado el orgullo del mortal, será humillada la arrogancia humana; solo el Señor será exaltado en aquel día, y los ídolos desaparecerán.
Isaías, 2