Pier Paolo Bellini llama la atención, en la revista italiana Tempi, sobre un aspecto del mundo moderno clave para comprender el porqué de las peligrosas derivas de la modernidad:
«Las “pasiones tristes” que caracterizan la cultura postmoderna surgen no tanto de la conciencia del
límite como del intento de eliminarlo antes de intentar su “correcta” superación (cuando ésta sea posible), o antes de encontrar su función en la definición de la propia identidad: “la experiencia de la no-omnipotencia constituye para cada uno de nosotros (y en particular para los niños y adolescentes) una experiencia de limitación positiva y fundamental: el desarrollo del ser humano no debe pensarse como una abolición de los límites naturales o culturales, sino, profunda búsqueda de lo que esos límites hacen posible. La clonación, la elección del sexo del niño y las mil y una proclamas de la tecnología que preconizan un mundo sin fronteras y sin prohibiciones alimentan un imaginario que los jóvenes de hoy en día ya no consideran una promesa, sino un derecho”. La abolición del límite es la abolición del vínculo: que es la abolición de la persona».
Comentario de san Juan Crisóstomo a los salmos
«Ten misericordia de mí y escucha mi oración» Aunque hagamos innumerables cosas buenas, seremos escuchados por la gracia y la clemencia. Aunque lleguemos a la propia cima de la virtud, seremos salvados por la misericordia. De ahí que debamos...