Estas palabras, con las que acaba santa Teresita su Historia de un alma, son las escogidas como lema del jubileo proclamado por el papa Francisco entre el 7 de enero de 2023 y el 8 de enero de 2024 con ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Teresa Martin en Alençon, el 2 de enero de 1873, y el centenario de la beatificación de sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, el 29 de abril de 1923.
Pero si con ellas termina la santa de Lisieux sus manuscritos autobiográficos no son sino el comienzo del camino de infancia espiritual que el Corazón de Jesús le llamó a enseñar a toda la humanidad como «Doctora en la ciencia del amor» y que la Iglesia nos propone de nuevo retomar y profundizar como medio especialmente adecuado en nuestro tiempo para entender nuestra vocación en la Iglesia y alcanzar el Cielo.
»Ella entiende ese lugar, su vocación en la Iglesia desde la perspectiva de la humildad. Es la enseñanza de su “caminito”. Para santa Teresita, amar consiste sobre todo en aceptar y acoger la propia realidad con humildad. Decía en sus escritos: “Lo que le agrada a Dios de mi pequeña alma, es que ame mi pequeñez y mi pobreza y la confianza que tengo en su misericordia”. Esto no tiene nada que ver con la resignación o la falta de ánimo. Todo lo contrario. En palabras de Teresita la humildad consistiría en tres aspectos. Primero, en hacer las cosas sin buscar que se me reconozca. Segundo, en creer que lo importante no es la grandeza de las obras que hacemos sino el amor grande que ponemos especialmente en las pequeñas obras. Y tercero, en aceptar con confianza las propias limitaciones, lasEliminar el término: La confianza y el amor a Dios:base de la infancia espiritual La confianza y el amor a Dios:base personales y también las familiares, eclesiales o sociales en las que nos ha tocado vivir, con paz y alegría, sin amargura, viéndolas como una oportunidad para entregarnos de veras donde el Señor nos quiere y con quienes ha querido forjar nuestra propia historia.
»Santa Teresita, antes de morir, anunció que “pasaría su Cielo haciendo bien en la tierra” y también que “haría llover una lluvia de rosas”. Esta profecía se ha cumplido y se sigue cumpliendo en la Iglesia. La doctrina de Teresita y la devoción a su persona tienen hoy un carácter universal muy especialmente desde que fue declarada Doctora de la Iglesia por san Juan Pablo II hace ahora 25 años». Mensaje universal de amor que continúa hoy resonando a través de la peregrinación planetaria de sus reliquias y que, con ocasión de este jubileo, estuvieron visitando diversas parroquias y monasterios de la diócesis de Barcelona y Vic entre el 30 de diciembre y el 3 de enero junto a las reliquias de sus santos padres.
Y como solicitaba monseñor Cerro, aprovechemos este año jubilar para unirnos todos los suscriptores de nuestra revista en pedir a santa Teresita que siga dejando caer esa lluvia de rosas sobre todas las realidades de nuestra Iglesia: los sacerdotes y seminaristas a los que tanto quería Teresita; a los religiosos que encuentran en ella un modelo de consagración y de vida fraterna adornada por la caridad; a las familias, ella que es el fruto granado de la santidad de sus padres, los santos Luis y Celia Martin, y por último, a los jóvenes, los niños, pobres y enfermos, a los que nos invita a mirar para aprender el camino de la infancia espiritual.
«Santa Teresita –escribe Francisco Cerro, arzobispo de Toledo, con ocasión de este aniversario–, como religiosa, habla como esposa de Jesús, pero su mensaje es para todos. Los religiosos nos recuerdan que la Iglesia tiene una razón de ser y de existir que es el Amor que anida en su centro, es decir, Jesucristo, el amor del Corazón de Jesús. Por tanto, la vida consagrada es constante recuerdo de que nuestra vocación es, como decía Teresita, «amar y hacer amar a Jesús». Todos tenemos esta vocación de ser el amor, de hacer presente la caridad, el amor de Jesús.
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