El papa Benedicto XVI, en la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis afirmaba que
«el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe».
Y añadía que dentro de esta exigencia de testifi car públicamente nuestra fe ocupa un lugar fundamental – por ser el sustrato sobre el que actúa la gracia– la defensa de los valores propios de la misma naturaleza del hombre: el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fi n natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. La renovación de la vida moral sólo puede lograrse mostrando el verdadero rostro de la fe cristiana
La nueva campaña de oración y ayuno promovida por «40 Días por la Vida» para acabar con la locura del aborto, que ha tenido lugar frente a diferentes clínicas abortistas en dieciocho ciudades españolas entre el 28 de septiembre y el 6 de noviembre tras la reforma del Código Penal por la Ley Orgánica 4/2022, constituye un gran ejemplo de este testimonio público de la fe que mencionaba el papa Benedicto XVI, testimonio de coherencia en la defensa de la verdad objetiva vivido con una vocación
martirial, como afirmaba monseñor Munilla en el reciente primer congreso internacional de esta asociación.
Por otro lado, también la defensa de métodos de control de la natalidad respetuosos con la naturaleza
y dignidad de la persona humana constituye un fuerte testimonio de la fe en Dios creador y providente.
Así lo han puesto de manifiesto diferentes profesionales relacionados con el mundo médico y de acompañamiento a matrimonios en la paternidad responsable, la vivencia de su sexualidad matrimonial y en la aplicación de los métodos naturales en una carta abierta titulada «Una pastoral al margen de la experiencia deja de ser pastoral» que sale al paso de algunas de las opiniones recogidas en el libro Ética teológica de la vida, publicado por la Academia Pontificia por la Vida el pasado mes
de julio.
«San Juan Pablo II –recuerdan los firmantes de la carta– advertía que no se confundiera la “ley de la gradualidad” con la “gradualidad de la ley” como si hubiera varios grados o formas de precepto en la ley divina para diferentes personas en sus personales situaciones. La ley de la gradualidad supone que todos estamos invitados a vivir con plenitud las propuestas de la Iglesia, aunque logremos alcanzarlas poco a poco, desde nuestras capacidades y circunstancias personales, contando con la gracia y siendo acompañados para superar las difi cultades.
»(…) Aplicado a la planificación familiar la ley de la gradualidad significaría proponer métodos naturales a quienes quieren espaciar sus embarazos y, en el caso de surgir difi cultades, acompañarles mientras resuelven sus problemas para poder vivir como los demás la buena nueva proclamada por la Iglesia. Por el contrario, la gradualidad de la ley y estas “nuevas” propuestas equivaldría a decirles: “Este
ideal no es para vosotros. En vuestras circunstancias, usad preservativos u otros métodos anticonceptivos”.
»Hay que afirmar sin ninguna duda, con el conocimiento de la técnica, la ciencia médica y la experiencia en la mano, que la enseñanza de la Humanae vitae es alcanzable para todos los matrimonios, con la ayuda de la gracia y el acompañamiento pastoral de quienes tienen más experiencia.
Esas “situaciones” se pueden atender y se atienden de hecho con enfoques que no suponen apartarnos de la propuesta de la Humanae vitae. A diario, los profesionales que atendemos a matrimonios realizamos este trabajo efi caz y viven la Humanae vitae con gozo (con o sin difi cultades). Desalentar
este trabajo de acompañamiento puede privar a muchos esposos de alcanzar la plenitud en sus matrimonios y puede conducirles al empeoramiento de su salud mental, física y sexual, por confi ar en alternativas químicas, como la píldora anticonceptiva, o incluso menos efi caces, como el preservativo. Lo que sí es más necesario es un empeño mayor, si cabe, en que laicos, profesionales sanitarios, universidades con inspiración cristiana hagamos más, mucho más, para facilitar y mejorar la atención
a estos matrimonios. »Es hora de abandonar los paradigmas fallidos de la revolución sexual– concluye la nota–. Es hora de que la Iglesia desarrolle una verdadera y renovada pastoral, que sea sostenible,
siguiendo una ecología integral, centrada en varones y mujeres libres y responsables. Al servicio de matrimonios que reconocen su fertilidad, la gestionan autónomamente y la protegen, y viven un compromiso igualitario hacia sus hijos. La enseñanza de la Iglesia es saludable y promotora de la salud pública. Los métodos naturales favorecen el diálogo en el matrimonio y el respeto por el otro, además de fortalecer los vínculos y fi nes de la pareja. Cuando proceden del amor, aumentan el verdadero
amor; cuando proceden de la libertad, aumentan la libertad. Es hora porque nuestra experiencia y la
ciencia confi rman que es posible».
La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo
La Congregación para la Educación Católica ha publicado recientemente una instrucción con el fin de reflexionar y orientar sobre el valor de la identidad católica de las instituciones educativas en la Iglesia, ofreciendo algunos criterios adaptados a los retos...