Bielorrusia ha aprendido la lección de Turquía y ha decidido usar inmigrantes lanzados hacia las fronteras como arma en su conflicto con la Unión Europea: «hordas» de pobres emigrantes llegados desde Afganistán, Siria, Pakistán e Irak y usados como carne de cañón. En este caso, especialmente contra las fronteras polacas como represalia a las sanciones que la UE le impuso tras la represión postelectoral del gobierno de Minsk en septiembre del año pasado.
En esta situación, en la que Polonia, al defender su frontera, protege a toda la Unión Europea, sería de esperar que las instituciones europeas estarían apoyándole. Sin embargo, éstas están aprovechando la crisis fronteriza para atacar a Polonia: los principales partidos del Parlamento Europeo (populares, socialistas, liberales, izquierdistas y verdes) han enviado una petición a la Comisión para que suspenda el Plan de Recuperación, esencial para la reconstrucción de la economía polaca tras el Covid. Mientras tanto, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) dictaba una nueva sentencia sobre la «ilegalidad» de las reformas del sistema judicial polaco.
Al mismo tiempo, otro de los antiguos países comunistas que ahora no se pliegan a las directrices de Bruselas, Hungría, recibió el varapalo del TJCE (sentencia en el caso C-821/19 Comisión contra Hungría sobre la criminalización del apoyo a los solicitantes de asilo) por una ley que establece que el apoyo al tráfico de personas que buscan «asilo» en la frontera húngara es una actuación delictiva. El tribunal sentencia ahora que la ley húngara viola las normas europeas y debe ser eliminada o modificada de raíz.
La respuesta del gobierno húngaro no se ha hecho esperar: «Seguiremos ayudando a los inmigrantes en sus países de origen, hay que detener la migración a Europa y el futuro de Europa debe basarse en las familias. Nos reservamos el derecho a tomar medidas contra las actividades de las ONG financiadas con fondos extranjeros, incluidas las financiadas por George Soros, que pretenden ganar influencia e injerencia política o incluso promover la migración».
Las sanciones económicas y el bloqueo de los fondos de recuperación contra Polonia la sitúan al mismo nivel que la Bielorrusia que está atacando las fronteras de la propia Unión. Ni siquiera en una situación de tal gravedad ha podido la Unión Europea dejar de lado su agenda ideológica favorable al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo, cuestiones de fondo que están en la base de las disputas entre los países del Este y la UE.
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