El triunfo a finales de febrero de 1848 de la revolución en Francia, que supuso el fin de la monarquía de Luis Felipe de Orleans y la proclamación de la Segunda República Francesa, tuvo un enorme impacto en toda Europa y también en los 39 Estados alemanes agrupados desde 1815 en la Confederación Germánica. Ello dio motivo a la formación de la Asamblea Nacional Alemana con representantes elegidos por sufragio universal masculino. Pero en esta situación continuó el enfrentamiento entre la Gran Alemania, dominada por los Habsburgo y la Pequeña Alemania, que no quería a los austríacos en Alemania, sino ser regidos por la casa Hohenzollern. Ganó la proposición
de la Pequeña Alemania. En esta situación empieza su vida política Otto von Bismark. Él consigue
que se apruebe una Constitución presentada por Prusia con dos Cámaras, una de los Estados y otra
elegida por sufragio. Así se consagró Bismarck. Él un conservador recalcitrante pietista consiguió que
los nacionalistas y liberales se sometieran a la voluntad de Prusia.
Aunque parecía ser un hombre pacífico, su ambición, o bien la ambición de Prusia, le transformó en
un primer ministro que promovió unas guerras interesadas. La primera, aliada con Austria, contra Dinamarca para hacerse con territorios alemanes en poder de Dinamarca (1864), la segunda contra la católica Austria para apoderase de territorios alemanes católicos (1866) y creando la Confederación Alemana del Norte y finalmente contra Francia, que le supuso la incorporación a la Gran Alemania del resto de estados católicos alemanes, llegando hasta Versalles y coronar allí como emperador de Prusia a Guillermo I siendo Bismark nombrado canciller.
Así se transformaba el Sacro Imperio Romano Germánico católico en un Imperio de Prusia protestante.
Prusia había humillado a Austria y el protestantismo al catolicismo. Debido al carácter fuertemente
calvinista de Prusia, el catolicismo de los Estados católicos alemanes en el sur y algunas zonas del este
fue aparentemente la principal amenaza para el proceso de unificación alemana. Los católicos crearon
entonces el Partido del Centro (Zentrum). El Zentrum era contrario a la unificación alemana bajo hegemonía prusiana y al centralismo de Bismarck, y era partidario de Austria, del federalismo, de los particularismos de los Estados católicos (Baviera) y de las reivindicaciones de las minorías nacionales (alsacianos, polacos, etc.). Las monarquías católicas del sur, provenientes de una base mucho más agraria y que respondían ante las fi las de los campesinos, los artesanos, los gremios, el clero y los príncipes de los pequeños Estados con más frecuencia que sus contrapartes protestantes del norte, tenían al principio problemas para competir con la eficiencia industrial y la apertura del comercio
exterior derivadas del Unión aduanera (Zollverein). Las instituciones católicas fueron obstruidas, y el gobierno de Bismarck luchó contra la influencia católica en la sociedad. Para el emperador Guillermo I y Bismarck, prusianos y de religión protestante, el catolicismo era un elemento de oposición que podía
amenazar la unidad y constitución del nuevo Imperio, tanto más por cuanto que la proclamación del
dogma de la infalibilidad papal, en 1870, molestó a los protestantes, comprometía la obediencia al
Estado de numerosos católicos ultramontanos. Ello fue el inicio de la Kulturkampf.
El canciller inicia una legislación contraria a los intereses de la Iglesia católica, defendida en el Reichstag por el partido Zentrum. Se lanza contra ella en una lucha legislativa en Prusia y en el Imperio alemán entre 1871 y 1878. Fue suprimido el departamento católico en el Ministerio de Cultura de Prusia y se dio protección ofi cial a los veterocatólicos, que rechazaban la infalibilidad pontificia. Así, el llamado «Párrafo del púlpito» (Kanzelparagraph, de 1871) preveía penas de cárcel para los predicadores que criticaran al Estado. En 1871 se promulgó una ley establecía un control de las escuelas por parte del Estado, en julio de 1872 los jesuitas fueron expulsados y en mayo de 1873 se promulgaron leyes que controlaban la formación y el nombramiento del clero. Por último, el matrimonio civil pasó a ser obligatorio en Prusia y en el Imperio alemán. El mismo año se suprimieron las subvenciones a la Iglesia. Ante la negativa a aceptar esta nueva legislación, numerosos sacerdotes
fueron encarcelados y miembros del alto clero fueron depuestos o expulsados. Se disolvieron muchas de las órdenes religiosas y se rompieron las relaciones con Roma; la mayoría de los obispados de Prusia quedaron vacantes. Donde también tuvo mucho impacto el Kulturkampf fue en las regiones de mayoría polaca, mayoritariamente católicos, que carecían de nación soberana, ya que Polonia se encontraba repartida entre Prusia, Austria y Rusia. El pueblo católico sufrió mucho en dicha época
de persecución. A partir de 1878, Bismarck modificó su política: suprimió, suavizó o dejó en suspenso algunas de las leyes. Esto se debió a que el Zentrum se convirtió en un aliado necesario contra el Partido Socialdemócrata de Alemania, que había ganado en las elecciones al Reichstag en 1874.
La muerte en 1878 de Pío IX y la elección de León XIII, también favoreció un proceso de reconciliación.
Bismarck justificó algunas de sus medidas, ante los representantes católicos, aludiendo a la necesidad
de germanización de los polacos en el interior de las fronteras.