El pasado 22 de febrero en el santuario de la Divina Misericordia en Płock (Polonia), lugar de la primera revelación de Jesús Misericordioso a santa Faustina Kowalska el 22 de febrero de 1931, el arzobispo Jan Romeo Pawłowski, secretario para las representaciones papales en la Secretaría de Estado de la Santa Sede, presidió una solemne Eucaristía para conmemorar el noventa aniversario de este grandísimo acontecimiento, concelebrada por el obispo de esta diócesis, Piotr Libera, y su obispo auxiliar Mirosław Milewski.
«Esta es una noche especial de piedad –dijo monseñor Pawłowski durante la celebración–. Hace noventa años, por la tarde del primer domingo de Cuaresma, Jesús decidió aquí, en el convento de Płock, encender la chispa de su misericordia, que más tarde iluminaría el mundo entero a través del ministerio de esta humilde monja polaca. Aquí es donde surge la imagen y la sencilla pero grandiosa oración, tan agradable al Señor, de “Jesús, en Ti confío”. Estas palabras se han repetido y se repiten miles de millones de veces en todo el mundo, en templos y hospitales, en el silencio de los corazones de las personas que están solas, cansadas, traicionadas y condenadas, y también en los últimos meses, cuando la tragedia de una pandemia viral ha golpeado al mundo; pero suena de igual manera donde hay belleza, donde hay vida que nace, donde hay felicidad familiar y entre personas llamadas a un servicio especial a Dios, en su vida religiosa y sacerdotal, porque el Señor Jesús quiere mostrarnos su misericordia, a nosotros y al mundo entero, en todas las circunstancias de la vida. Creo que esta oración, que nos muestra cómo debemos dirigirnos al Hijo Misericordioso, completa la más importante de todas las oraciones, el “Padrenuestro”, que el mismo Jesús nos enseñó para dirigirnos al Padre».
El arzobispo Pawłowski insistió en que la misericordia de Dios «se inclina con preocupación incluso
por aquellos que se venden al mal, que traicionan su propia misión, que luchan contra la vida al lado de
la muerte. La misericordia de Dios también los busca a ellos porque Él busca a todo hombre, incluso al
mayor criminal, al peor pecador. Va a las puertas del Infierno para liberar a cada alma del encarcelamiento del diablo, de la opresión del diablo, hasta en el último momento. Porque las puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia llevando la gracia de la Divina Misericordia».
El papa Francisco se unió a la celebración a través de una carta dirigida al obispo de Płock, recordando
las palabras de Jesús: «La humanidad no encontrará paz, hasta que no recurra con confianza a mi Misericordia», para alentar a los fi eles a difundir en todo el mundo la devoción a la Divina Misericordia. «Debemos pedir a Cristo el don de la misericordia y tener el valor de volver a Jesús, de encontrar su amor y misericordia en los sacramentos para experimentar su cercanía y ternura y ser así más capaces de misericordia, paciencia, perdón y caridad».
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