La oración es algo grande y sobrenatural que nos une a Jesús», afirmó el arzobispo de Barcelona durante la beatificación de John Roig al referirse a la profunda vida espiritual del nuevo beato.
Precisamente al «misterio de la oración» está dedicando el papa Francisco sus audiencias de los miércoles desde el pasado 6 de mayo (interrumpidas durante los meses de agosto y septiembre para tratar el tema de la pandemia), una oración que es «el aliento de la fe y su expresión más adecuada; como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios».
Un ciclo de catequesis que, con el propósito de ir educando en la fe a niños, jóvenes y adultos, desea
transmitir una idea fundamental: «la oración es la salvación del ser humano, el centro de la vida». Y para
ayudarnos a penetrar en el sentido y centralidad de este «misterio», el Papa nos invita a recorrer el Antiguo Testamento, reflexionando sobre la oración de Abraham –en quien «la fe se hace historia y Dios se convierte en “mi Dios”»–, de Jacob –donde la oración se presenta como «un combate de la fe y una victoria de la perseverancia»–, de Moisés –modelo de intercesión, donde «su fe en Dios se funde con el sentido de paternidad que cultiva por su pueblo»–, de David –«santo y pecador, perseguido y perseguidor, víctima y verdugo», cuyo único hilo conductor de su vida y que da unidad a todo lo que sucede es la oración–, de Elías –«ejemplo de todas las personas de fe que conocen tentaciones y sufrimientos pero no fallan al ideal por el que nacieron, dejándose llevar por Dios y dejándose también golpear por situaciones malas»– y acabando por la oración de los salmos –«testimonio de un grito múltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas» del que se sabe escuchado por Dios–. Y en este itinerario de catequesis sobre la oración, después de habernos conducido a la del Antiguo Testamento, el papa Francisco nos presenta la figura de Jesús como «hombre de oración y maestro de oración».
Llegados a este punto parece que alguien se quejó al Papa de que hablaba demasiado de la oración, no
viendo la necesidad de dedicarle tanto tiempo. «Sí, es necesario –comentó el Santo Padre–. Porque si nosotros no rezamos, no tendremos la fuerza para ir adelante en la vida. La oración es como el oxígeno de la vida. La oración es atraer sobre nosotros la presencia del Espíritu Santo que nos lleva siempre adelante. Por esto hablo tanto de la oración», una oración que, como ha destacado el papa Francisco hasta ahora, debe realizarse con fe viva, firme confianza, humildad, perseverancia y soledad.
Las catequesis continúan y todos los fieles sacarán mucho provecho al leer y meditar las enseñanzas del
Santo Padre sobre este «medio universal de acción, destinado a lograr el triunfo de la causa de Dios»,
como afirmaba el padre Ramière, fundador del Apostolado de la Oración.
El gran vuelco en la demografía mediterránea
Se suele repetir aquello de la demografía es el destino. Hay más factores, claro, pero resulta innegable que la demografía, más consecuencia que causa, es un certero indicador de muchas tendencias de futuro. Por eso mismo es muy significativo...