Rafael Sánchez-Saus, desde las páginas del Diario de Sevilla, aborda la moda de arrodillarse como signo de protesta supuestamente antirracista, su fondo y la condición bajo la cual está dispuesto, y nosotros con él, a arrodillarse ante un hombre:
«Esta repentina moda de ponerse de rodillas ante cualquiera, reproduciendo un gesto extremo de
humillación o culto que en las sociedades occidentales, desde hace mucho tiempo, sólo se considera
apropiado ante Dios o sus santos, es demasiado indicativo de hacia dónde van las cosas y cómo pueden terminar una vez que se acaben fundiendo en un único credo global las sectas ideológicas que
raudamente están sustituyendo el ámbito de la conciencia hasta ayer mismo ocupado, para la mayoría,
por el cristianismo. Y me ha llamado la atención aún más porque ese súbito descubrimiento de la
genuflexión laica, culpabilizante y bastante indigna por realizarse ante quienes pueden merecer solidaridad, respeto, cariño o compasión, según los casos, pero no dulía ni adoración, coincide con
los descarados intentos en muchos templos católicos de suprimir o hacer imposible la genuflexión de los
fieles en los momentos culminantes del culto o durante la oración personal con pretexto sanitario.
Por mi parte, declaro mi disposición a caer de rodillas ante el hombre. Con la condición, eso sí, de que sea hijo de una virgen, haya muerto por mí y, además, resucitado al tercer día. Los candidatos se cuentan
con un dedo de una mano. El resto, que espere sentado.»
Alepo: «¡No podemos más!»
Sábado por la noche en Alepo. La ciudad más castigada por la guerra civil de Siria no descansa por el ruido de las bombas y el estallido de los morteros. En medio del caos, la comunidad contemplativa de carmelitas...