Tal y como estaba previsto, el gobierno británico ha aprovechado la suspensión de la autonomía norirlandesa para imponer el aborto en Irlanda del Norte. Lo ha anunciado además en una fecha muy significativa, el 25 de marzo, fiesta de la Encarnación del Señor en que la Iglesia celebra el Día de la Vida. En lo que supone una trágica incoherencia, el anuncio de la extensión del aborto se realiza mientras se hacen todo tipo de declaraciones y esfuerzos para salvar el máximo de vidas posibles ante la pandemia del coronavirus. Como han expresado los obispos católicos de Irlanda del Norte, «en un contexto en el que se habla de que cada vida es importante, estamos tristes y consternados por la decisión del Gobierno de introducir esta regulación del aborto en Irlanda del Norte».
Las nuevas normas impuestas al Ulster, con la oposición del 80% de la población de aquella provincia (en una demostración de que el supuesto respeto a la democracia es de aplicación variable), crean una situación para el aborto más liberal incluso que en el resto del Reino Unido, permitiendo el aborto a petición durante las primeras 12 semanas de embarazo y hasta 24 semanas por razones de salud mental o física, no definidas en la norma.
El partido de la comunidad protestante en el Ulster, el DUP, se ha opuesto taxativamente a la liberalización del aborto, mientras que los partidos que recogen los votos de la comunidad católica, los nacionalistas Sinn Féin y Partido Laborista Social Democrático han apoyado la norma impuesta por el gobierno de Londres. Peadar Tóibín, líder de un nuevo partido irlandés defensor de la vida, Aontú, no ha dudado en afirmar que «la ley del aborto que el Sinn Féin ha ayudado a introducir acabará directamente con miles de vidas». El aborto ha provocado que por primera vez en 200 años de republicanismo irlandés, sus dirigentes se hayan aliado con el gobierno de Londres para imponer una legislación británica en territorio irlandés en contra de la voluntad de los irlandeses afectados.
Asimismo, aprovechando el decreto que regula la situación especial por el coronavirus, el gobierno británico ha introducido, dentro del apartado dedicado a la «telemedicina», la posibilidad de conseguir píldoras abortivas después de consultar a un profesional sanitario a través de videoconferencia.
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