Desde el 1 de diciembre de 2019, cuando se identificó por primera vez el coronavirus en la ciudad de Wuhan (China), causando neumonías en toda la zona, este virus se ha ido y va extendiéndose por todo el mundo, sin que por el momento se vea un fin próximo. Lo que sí se ve claramente es que tendrá unas graves consecuencias en toda la sociedad mundial.
Esta pandemia trae a la memoria la que sucedió hace cien años entre los años 1918 y 1920, la famosa «gripe española». Esta gripe no era española, se inició, según se cree, en un batallón de reclutas de los EE.UU. que se estaba preparado para venir a Europa a luchar en la primera guerra mundial. Estando aún en su país fallecieron cincuenta personas, pero en lugar de confinarlos, estos reclutas fueron enviados a Europa, lo que facilitó el contagio entre todos los soldados y los habitantes europeos. Esta pandemia se inició en agosto de 1918 y se propagó rápidamente por todo el mundo en tres olas pandémicas entre 1918 y 1920. El impacto que produjo fue enorme causando más de 40 millones de muertes en todo el mundo (hay quien habla de hasta 100 millones). La causa de llamarse española es que la mayor parte de los países europeos estaban en guerra y únicamente España era país neutral. Los primeros censuraban las noticias para evitar el desánimo en sus ejércitos y únicamente España, país neutral, las publicaba, por ello se llamó española.
Ello produjo un grave problema en los ejércitos de los dos bandos y, mucha gente considera que fue una de las causas que aceleró el final de la 1ª Guerra Mundial, pues las bajas que se producían en los ejércitos eran considerables. La guerra mundial finalizó en noviembre de 1918. Se considera que padecieron esta gripe más de 1000 millones de personas, sin distinguir entre clases, pues el mismo presidente de los EE. UU., durante la firma del tratado de Versalles al fin de la guerra, en 1919, también la contrajo. Ahora bien, en los países pobres las muertes causadas por dicha gripe fueron más abundantes. En la India fallecieron unos 17 millones de personas.
Esta historia nos trae ala memoria Portugal, en concreto, un pueblo pequeño, llamado Fátima. Un año antes la Virgen se había aparecido a tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, durante seis meses, desde el 13 de mayo hasta octubre de 1917. Esta pandemia se extendió también a Portugal y en octubre de 1918 toda la familia Marto, salvo el padre, cayó enferma de «gripe española». A Francisco y Jacinta esta gripe se les complicó con una neumonía.
Francisco, durante los largos seis meses que duró dicha enfermedad, dice Lucía en sus escritos, que estuvo siempre alegre y contento y, aunque sufría, decía: «Sufro para consolar a Nuestro Señor y de aquí a poco iré al Cielo». Antes de morir quiso confesar sus pecados y llamó a Lucía y a Jacinta para preguntarles si le habían visto hacer algún pecado, pues quería tener el alma bien limpia antes de confesarse y recibir la Primera comunión dos días antes de su muerte. Francisco murió el 4 de abril de 1919, en el segundo brote de la gripe española.
Jacinta, la hermana pequeña de Francisco, también cayó enferma por las mismas fechas que su hermano, pero sobrevivió a dicha gripe neumónica, pero para Jacinta se empieza un segundo un calvario, ya que le sobreviene una pleuresía purulenta y posteriormente una tuberculosis que soporta y ofrece «para la conversión de los pecadores y para reparar los ultrajes que se realizan al Corazón Inmaculado de María». Se le pide un último gran sacrificio: separarse de los suyos, y sobre todo de su prima Lucía. Primero fue trasladada al Hospital de Ourem, donde sufrió mucho, pero decía a Lucía, en sus visitas: «Sí sufro, pero todo lo ofrezco por los pecadores y para reparar el Inmaculado Corazón de María». Allí la visitaba Nuestra Señora y le dijo que sería trasladada a Lisboa. Después de un tiempo de recuperación en casa de sus padres en Ajustrel, fue trasladada al hospital de Lisboa donde se probaron todos los medios disponibles en aquel momento para salvarla, incluso una cirugía sin anestesia para intentar arrancarla de la muerte. Pero, tras dos años y medio de enfermedad, con mucha soledad, sin la familia, la Virgen la vino a buscar y la tomó el 20 de febrero de 1920, para llevarla al Cielo, tal como se lo había prometido.
¡Qué Francisco y Jacinta intercedan ante Inmaculado Corazón de María para que triunfe pronto y nos salve de toda pandemia física y espiritual!
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