Con motivo de la estancia en España de Patrick Deneen, autor del libro ¿Por qué ha fracasado el liberalismo?, Fernando Bonete ha entrevistado al autor estadounidense para El Debate de Hoy.
Bonete explica que «en ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? el argumento sostenido es, pese a la paradoja y a falta de su ulterior y necesario desarrollo, muy sencillo en su exposición: el liberalismo ha fracasado porque ha triunfado. Esto es, la concepción de la libertad como realización de todos nuestros deseos con independencia de los demás y el creciente control del Estado para proteger los cada vez más numerosos derechos que genera esta libertad sin límites, han erosionado los vínculos sociales y los principios de la naturaleza humana, generando un estado de crisis generalizado.»
Refiriéndose a la influencia de la escuela comunitarista, Deneen explica que «Fui profundamente influenciado por estos pensadores en el momento de mi formación intelectual y mis estudios de doctorado. Pero considero que los comunitaristas, quizá con la excepción de MacIntyre, intentaron corregir el liberalismo aplicando un correctivo, el de la comunidad, en el marco del mismo liberalismo que yo no comparto y critico.
Ese empeño, si alguna vez fue realista, no puedo asumirlo ahora que las deficiencias y el fracaso del liberalismo parecen tan claros y es tan evidente que no puede existir una reforma basada en el comunitarismo. El liberalismo es eminentemente individualista».
A continuación aborda lo que es el núcleo de su argumentación:
«Muchas de las personas que viven en el marco del orden liberal asumen que todas las crisis y problemas que existen se corrigen con la aplicación de más y mejores medidas liberales. Que las deficiencias del sistema se producen porque el liberalismo no ha llegado a su perfección y no ha obtenido todo su éxito y forma final todavía. Por el contrario, yo sostengo que los problemas no son fruto de una aplicación insuficiente de las normas y soluciones del liberalismo, sino resultado de su aplicación.
Entiendo todas las crisis actuales, a pequeña y gran escala, como resultado del éxito del proyecto liberal. Para superarlas, el reto no es encontrar nuevas medidas basadas en el liberalismo, sino sobrepasar este tipo de medidas hacia un futuro posliberal.
¿Y cómo sería ese futuro posliberal?
Si queremos evitar los desastres causados por el liberalismo tenemos que liberarnos de sus argumentos. Y el principal de estos argumentos es su forma de entender la libertad como una manera de liberarnos de los demás, de iniciar relaciones sin ataduras, propósito o significado, de avanzar económica y tecnológicamente sin límites…
No se trata de desandar el camino recorrido para suprimir libertades, sino de liberarnos de esa manera de entender la libertad como la mera e insaciable capacidad de satisfacer nuestros deseos. De crear una nueva propuesta y orden creativos, ilusionantes, en que la libertad vuelva a recuperar su significado natural y original.»
Preguntado sobre la creciente exclusión del ámbito público de todos aquellos que disienten del discurso dominante secularista, Deneen responde:
«Todo esto no debería sorprendernos, dado que el liberalismo no es, como muchos querían y aún quieren pensar, una corriente neutral que admite todos los puntos de vista con el objetivo de garantizar la expresión de todos en la esfera pública. Esta reivindicación del liberalismo, el establecimiento de un orden en el que se respetan las opiniones de todos, el imperio de la razón garantizando la expresión racional de todos, ha resultado ser falsa. Hemos visto cómo la “liberación” del ser humano, especialmente en el ámbito sexual, se ha convertido en la nueva religión, en la que se pretende la ortodoxia y se persigue a los herejes que disienten.
Era por tanto predecible, puesto que el liberalismo es lo que siempre fue y estuvo destinado a ser, un sistema de control y dominación para liberarnos de nuestra propia naturaleza y negarnos los unos a los otros».
Y concluye confirmando una interesante tendencia: «Creo que hoy muchos católicos, entre ellos yo mismo, se están replanteando esta asociación entre catolicismo y liberalismo, y diría que la gran mayoría de pensadores que se cuestionan la viabilidad del liberalismo en Estados Unidos son católicos».
Roma, dulce hogar: Nuestro regreso al catolicismo
En el quinto centenario de la reforma protestante es oportuno proponer la presente obra ya clásica Roma, dulce hogar en la que un matrimonio protestante cuenta su conversión al catolicismo. El largo camino hasta el catolicismo de Scott y...