El padre Martín Lasarte es un salesiano uruguayo, misionero en Angola y el responsable de la animación misionera en África y en Hispanoamérica de la congregación salesiana. El papa Francisco lo eligió para participar en el reciente sínodo sobre la Amazonia. El padre Lasarte publicó un revelador texto en Settimana News en el que analiza algunas de las cuestiones de fondo de lo que ocurre en aquella región y del que publicamos unos extractos:
«He escuchado, como argumento, que es necesaria la ordenación de sacerdotes entre los laicos casados de las comunidades lejanas, pues el ministro difícilmente puede llegar. A mi modo de ver, la impostación del problema en estos términos, peca de un enorme clericalismo. […]
La falta de vocaciones al sacerdocio y religiosas en la Amazonía ¿es un desafío pastoral o más bien es la consecuencia de opciones teológico-pastorales que no dieron los resultados esperados o parciales? Según mi opinión, la propuesta de los “viri probati” como una solución a la evangelización, es una propuesta ilusoria, casi mágica, que no toca el real problema de fondo.
Dice el papa Francisco en la Evangelii gaudium, 107: “En muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Frecuentemente esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas”.
El santo Padre, da en la clave del problema. No es la falta de vocaciones, sino la pobre propuesta, la falta de fervor apostólico, la falta de fraternidad y de oración; la falta de procesos serios y profundos de evangelización. […]
Pienso que uno de los problemas pastorales en varias partes de América Latina, y en particular de la Amazonía, es la insistencia en los “viejos caminos”. […]
Yo identifico tres tipos de Alzheimer pastorales que repercuten en la esterilidad evangelizadora amazónica.
1. Antropologismo cultural
En 1971, un grupo de doce antropólogos, realizó la conocida “Declaración de Barbados”, la cual afirmaba que la Buena Nueva de Jesús era una pésima noticia para los pueblos indígenas. Ciertamente que de esta provocación, surgió en varias partes un fecundo diálogo entre antropólogos y misioneros, que ha servido de mutuo enriquecimiento. Pero en otros lugares se cayó en una auto-censura, perdiendo la “alegría de evangelizar” (Evangelii gaudium 1-13). Recuerdo casos de religiosas que decidieron no anunciar Jesucristo, ni dar catequesis, “por respeto a la cultura indígena”. Se limitarían al testimonio y al servicio.
[…] En ocasiones, la insistencia sobre el testimonio es tal que se pretende que este supla el anuncio. Sobre esto, Pablo VI, en el documento fundamental sobre la evangelización, “Evangelii nuntiandi” (22) nos dice: “Sin embargo, esto sigue siendo insuficiente [el testimonio], pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar «razón de vuestra esperanza»—, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”.
2. Moralismo social
De más de un lugar he sentido expresiones similares de los agentes pastorales: “Cuando la gente precisa de servicios vienen a nosotros (Iglesia católica), pero cuando buscan un sentido para sus vidas van a otros (evangélicos, etc.)”. Es evidente y muy constatable, que la Iglesia queriendo ser “una Iglesia samaritana” se ha olvidado de ser una “Iglesia Magdalena”, convirtiéndose en una iglesia prestadora de servicios que no anuncia el gozo de la Resurrección del Señor. […]
La enorme hemorragia de católicos, en la Iglesia latinoamericana, hacia la constelación de Iglesias evangélicas y neo-pentecostales, responde, sin duda, a varios factores, por lo que no se puede ser simplista, pero ciertamente que la falta de una pastoral mucho “más religiosa” y “menos sociologizada” ha influenciado muchísimo a una emigración a las Iglesias evangélicas y nuevos movimientos religiosos, donde en la Palabra, en una acogida fraterna y calurosa, en una presencia constante, en un fuerte sentido de pertenencia, encuentran un “sentido” y una compañía para sus vidas. […]
Visitando una diócesis, donde en los inicio de los años ochenta, el 95% de la población era católica hoy son el 20%. Recuerdo el comentario de uno de los misioneros europeos que sistemáticamente han “des-evangelizado” la región: “No favorecemos la superstición sino la dignidad humana”… Pienso que está todo dicho.
La Iglesia en algunos lugares se ha transformado en una gran manager de servicios (sanitarios, educativos, promocionales,…), dejando de ser madre de la fe.
3. Secularismo
Un tercer Alzheimer es el secularismo. […] Una Iglesia se seculariza, cuando sus agentes pastorales interiorizan dinámicas de una mentalidad secularizada: la ausencia o una muy tímida, casi pidiendo perdón, manifestación de la fe.
Las consecuencias de tales opciones o influencias pastorales, sin duda que se reflejan en la esterilidad vocacional o en la falta de perseverancia en el camino emprendido, por carencia de motivaciones profundas. Nadie deja todo para ser un animador social, nadie entrega su existencia a una “opinión”; nadie ofrece el absoluto de su vida a un relativo, sino solo al Absoluto de Dios. Cuando esta dimensión teológica, religiosa no es evidente, patente y viva en la misión, nunca existirán opciones de radicalidad evangélica, que es un indicador de que la evangelización tocó el alma de una comunidad cristiana.
Una comunidad cristiana que no genera vocaciones sacerdotales y religiosas, es una comunidad portadora de alguna enfermedad espiritual. Podremos ordenar los “viri probati”, las “honeste mulieribus”, los “pueribus bonum”, pero los problemas de fondo permanecerán: una evangelización sin Evangelio, un cristianismo sin Cristo, una espiritualidad sin Espíritu Santo. […]
Solo podrán existir vocaciones sacerdotales auténticas cuando se establece una relación auténtica, exigente, libre y personal con la persona de Jesucristo. Tal vez sea muy simplista, pero a mi modo de ver el “nuevo camino” para la evangelización de la Amazonía es la novedad de Cristo.”»