La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española autorizó, en su CCXLIX reunión de los días 25 y 26 de junio, la publicación de la nota doctrinal titulada «“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo (Sal 42,3)”. Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana» y aprobada por los obispos miembros de la Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe el pasado 3 de abril.
«La cultura y la sociedad actuales, caracterizadas por una mentalidad secularizada, –afirman los obispos en la nota– dificultan el cultivo de la espiritualidad y de todo lo que lleva al encuentro con Dios. Nuestro ritmo de vida, marcado por el activismo, la competitividad y el consumismo, genera vacío, estrés, angustia, frustración, y múltiples inquietudes que no logran aliviar los medios que el mundo ofrece para alcanzar la felicidad. En este contexto no pocos sienten un deseo acuciante de silencio, serenidad y paz interior. Estamos asistiendo al resurgir de una espiritualidad que se presenta como respuesta a la «demanda» creciente de bienestar emocional, equilibrio personal, disfrute de la vida o serenidad para encajar las contrariedades…; una espiritualidad entendida como cultivo de la propia interioridad para que el hombre se encuentre consigo mismo, y que muchas veces no lleva a Dios. Para ello, muchas personas, incluso habiendo crecido en un ámbito cristiano, recurren a técnicas y métodos de meditación y de oración que tienen su origen en tradiciones religiosas ajenas al cristianismo y al rico patrimonio espiritual de la Iglesia. En algunos casos esto va acompañado del abandono efectivo de la fe católica, incluso sin pretenderlo. Otras veces se intenta incorporar estos métodos como un «complemento» de la propia fe para lograr una vivencia más intensa de la misma. Esta asimilación se hace frecuentemente sin un adecuado discernimiento sobre su compatibilidad con la fe cristiana, con la antropología que se deriva de ella y con el mensaje cristiano de la salvación».
Por todo ello los obispos han querido mostrar «la naturaleza y la riqueza de la oración y de la experiencia espiritual enraizada en la Revelación y Tradición cristiana, recordando aquellos aspectos que son esenciales; ofreciendo criterios que ayuden a discernir qué elementos de otras tradiciones religiosas hoy en día muy difundidas pueden ser integrados en una praxis cristiana de la oración y cuáles no; e indicando las razones de fondo de la incompatibilidad de ciertas corrientes espirituales con la fe cristiana [con el fin de] ayudar a las instituciones y grupos eclesiales para que ofrezcan caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida, respondiendo a este reto pastoral con creatividad y, al mismo tiempo, con fidelidad a la riqueza y profundidad de la tradición cristiana».
«Exhortamos –concluye la nota– a [todos aquellos] cuya misión en la Iglesia consiste en ayudar a los cristianos a crecer en la vida interior, a que tengan en cuenta estos principios y no se dejen «arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas» (Heb 13, 9) que desorientan al ser humano de la vocación última a la que ha sido llamado por Dios, y llevan a la pérdida de la sencillez evangélica, que es una característica fundamental de la oración cristiana».
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