Escribe Marco Cobianchi en el número de junio de Tempi un certero apunte sobre la libertad en el mundo moderno:
«El poder te permite toda la libertad que quieras entre las que está dispuesto a concederte. […] El poder crea un sistema en el que eres libre dentro del recinto en el que te permite pastar, pero si sales de ese recinto estás loco. Loco porque no aprovechas la libertad. Cuando el cannabis light es permitido, si no lo fumas estás loco porque no lo aprovechas. Es como el Congreso de las familias de Verona. Las mujeres que decidieron asistir han sido definidas como «medievales» porque han rechazado la libertad concedida por el poder de romper el esquema hombre-mujer. Si una persona no acepta la libertad que le ha sido concedida, entonces, evidentemente, y siguiendo la lógica no es libre. Es esclava, esto es, «medieval».
El juego del poder es el de aumentar cada vez más, pero con calma, el círculo dentro del cual caen las libertades concedidas, restringiendo progresivamente el área de las libertades que no han sido concedidas (legislativamente o culturalmente), ridiculizándolas («mujeres medievales»). Porque cuando no se entiende, hay que burlarse. Los verdaderamente libres son quienes no aceptan entrar en el esquema de la libertad concedida por el poder. Son las personas que saben que ser libres significa un precio, el de ser considerados «medievales», locos, oscurantistas, retrógrados e intolerantes.
San Luis Martin y el Canal de Panamá
El año 1888 fue un año importante en la vida de la familia Martin, especialmente, en la de su padre, Luis. El día 9 de abril, Teresita, su reinecita, entró en el Carmelo y en el mes de mayo...