El sacerdote estadounidense, Fr. Dwight Longenecker, escribe sobre los signos de los tiempos y la obra, muy presente, del Anticristo. Una cuestión sobre la que la Iglesia nos avisa para que permanezcamos siempre atentos:
«El principal problema en la Iglesia hoy es cuando los cristianos cambian la economía divina y sobrenatural de la redención por un intento de limitarse a cambiar el mundo.
Muchos católicos han olvidado que la Iglesia fue establecida para el perdón de los pecados y la proclamación del Evangelio, y creen en cambio que la Iglesia está para hacer del mundo un lugar mejor, y que esto debe ser realizado a través de acciones educativas, sociales, políticas e incluso revolucionarias.
Predicadores, sacerdotes y prelados han decidido que el Reino de Jesús a fin de cuentas es de este mundo y han cambiado el Evangelio de la salvación por el evangelio del activismo político. Están más preocupados por salvar el planeta que por salvar almas.
Digámoslo claramente: éste es el mensaje del Anticristo.
En un pasaje revelador, el Catecismo cita la encíclica Divini Redemptoris de Pío XI:
“Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo, sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, intrínsecamente perverso” (párrafo 676).
Hay que recordar que esas palabras fueron escritas durante el papado de Pío XI, que presenció el auge del comunismo y el fascismo en Europa. En otras palabras, cada vez que veamos un sistema como el socialismo o el marxismo o el capitalismo intentando introducir un nuevo orden mundial utópico, estaremos contemplando el espíritu del Anticristo, y sabemos con certeza que la Iglesia católica será su enemigo público número uno.
Así pues, cada vez que vea a una comunidad o a un sacerdote volcados en la reforma social, la renovación política (no importa cuán bien intencionados), estará viendo a un apóstata. Cada vez que vea a la prensa secular, a las masas manipuladas por los medios de comunicación y los famosos, idolatrando a un nuevo héroe político que va a salvar al mundo, hay que estar alerta y vigilantes. La persecución está a la vuelta de la esquina.
La persecución está a la vuelta de la esquina porque todos los tiranos y quienes promueven un Nuevo Orden Mundial secular saben que el Reino de Dios es el enemigo del Reino de este Mundo, que siempre es el Reino del Príncipe de este mundo, que también es el Príncipe de las Tinieblas.
El párrafo 675 del Catecismo enseña que: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el misterio de iniquidad bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne”.
Por lo tanto, seamos sobrios y vigilantes porque nuestro adversario, como un león rugiente, acecha buscando a quién devorar.»
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