Uno de los frutos más importantes que nos ha dejado el pontificado del papa Benedicto XVI y que el papa Francisco ha continuado alentando, es el de la adoración eucarística.
En nuestro país, por ejemplo, junto a la ya más que centenaria Adoración nocturna, se han multiplicado en los últimos años las capillas de adoración perpetua y muchas parroquias han incorporado de forma habitual en sus actividades la adoración delante del Santísimo a la vez que se intenta fomentar la celebración de congresos eucarísticos parroquiales –ya bastante extendidos en otros países– con la finalidad de aumentar la comprensión y la participación de los fieles en el misterio eucarístico.
Y ahora la adoración al Santísimo ha llegado hasta la cárcel de la mano de un grupo de voluntarios de la Confraternidad Carcelaria de España. Como explicaba Juan Luis Vázquez en Alfa y Omega, todo surgió de casualidad en la prisión de Alcalá-Meco Militar, el centro penitenciario donde van los miembros de las Fuerzas Armadas que tienen alguna deuda pendiente con la justicia.
Un domingo, hace ya varios años, un interno de El Salvador vio apagada la luz del sagrario y la encendió, aunque el Santísimo llevaba ya mucho tiempo sin reservarse. «Yo siempre he visto en mi país esta luz encendida», se excusó, pero este error sirvió para que el capellán y los voluntarios de Confraternidad Carcelaria empezasen a pedir los permisos necesarios para comenzar a reservar al Señor de nuevo. «Y como el Santísimo no puede estar sin que nadie lo visite, nosotros nos comprometimos a ir todos los jueves, y además se lo ofrecimos a todos los internos, porque ellos mejor que nadie conocen la necesidad de ser visitado», explica Carmen Rubio, impulsora de la iniciativa. Desde entonces «han ido pasando cosas muy bonitas: estabas en la capilla y de vez en cuando pasaban dos o tres chicos a rezar, un interno hizo unas vidrieras, otro realizó un vía crucis artesanal…». Hoy, Alcalá-Meco Militar es una de las cada vez más numerosas cárceles de España con sagrario. Pero hay más: «Hace poco hubo unas confirmaciones aquí y vino el obispo castrense, Juan del Río, y le propuse celebrar los jueves una adoración al Santísimo, aquí mismo». Dio su permiso y desde hace pocas semanas se expone al Señor mientras los internos trabajan en el programa «La Peregrinación del Prisionero», con el que los internos crecen en la fe y en el trato con Dios. «En la primera adoración estuvimos acompañando al Santísimo dos horas, mientras algunos chicos entraban de vez en cuando a rezar. Está siendo muy bonito. La adoración dentro de una cárcel es una cosa sublime, y nos permite hacer intercesión por todos los presos. Cristo estuvo en la cárcel –continúa Carmen– y yo creo que se siente a gusto en la cárcel, con estos chicos. En el sagrario está Cristo vivo, pero en la cárcel está además Cristo vivo bajo las especies del preso. Él pasó la última noche de su vida en la tierra en la cárcel; y conociendo a la gente de la prisión, estoy segura de que ellos fueron los únicos que le consolaron esas horas. Además, el primer santo es un ladrón y un asesino, canonizado por Jesús en un minuto. Por todo esto yo siempre les digo a los chicos: “Jesús tiene mucho feeling con vosotros”».
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