Esta es la historia de cómo el traslado a Madrid de una madre jienense por cuestiones laborales ha servido para promover una nueva advocación mariana, la Reina de la infancia espiritual, que –sin ser todavía oficial– ya cuenta con cientos de miles de devotos en los cinco continentes. La protagonista –después, obviamente, de la propia Virgen– es Carmen Margarito, que hace dos años desembarcó, junto a sus cinco hijos en la capital de España, donde trabajaba su marido, para reunificar su familia.
Se sintieron tan acogidos por su nueva comunidad (colegio, parroquia, etc.) que quisieron devolver de alguna forma todo el cariño que habían recibido. «El problema es que no teníamos nada que darles así que se nos ocurrió devolvérselo en forma de piropo a la Virgen», asegura esta abogada reconvertida en profesora de Religión. Pero la inspiración no llegaba a pesar de estar toda la familia implicada en la misión. «No encontrábamos las palabras adecuadas». La suerte cambió el 25 de febrero durante la primera confesión de uno de los hijos. «Estábamos dentro de la Iglesia, el resto de mis hijos pequeños no paraban de pelearse, los adolescentes me decían: “Mamá, qué rollo, yo me quiero largar ya de aquí”. En ese momento, solté: “No, María es la Reina de la infancia espiritual”». Ese fue el primer momento en el que nombró a la Virgen de esa forma. A partir de entonces, «le empecé a pedir que me ayudara en mi relación con Dios como hija pequeña y potencié mi trato con mi Madre del Cielo con la confianza, incluso con el descaro, de los niños pequeños». La sorpresa de Carmen Margarito fue mayúscula cuando se sintió escuchada al rezar de esta forma.
El siguiente paso fue compartirlo, de forma natural, con sus amigas. «Les decía que la Virgen me ayudaba a querer a Dios con corazón de hijo pequeño». Con el paso de los meses, se empezó a preguntar si la vida de infancia espiritual tenía el patrocinio de alguna advocación mariana. Ante su más absoluto desconocimiento, decidió preguntar a diferentes expertos mariólogos. La respuesta, unánime: «Carmen, no digas tonterías». Lejos de desanimarse, empezó a buscar «una imagen que reflejara la ternura de la Virgen con los niños». Cuando la encontró, Margarito hizo quinientas estampas y las repartió entre sus amigas. Estas, a su vez, las difundieron entre sus contactos y la devoción a la Reina de la Infancia Espiritual se expandió por los cinco continentes. En la actualidad, se han impreso y distribuido más de 87.500 estampas y, próximamente, la iniciativa se convertirá en asociación. «No somos de ningún movimiento eclesial, ni pretendemos fundar ninguna institución. Tan solo queremos ser hijos pequeños de la Virgen y esto es compatible con todos los carismas de la Iglesia», advierte. (José Calderero de Aldecoa, Alfa y Omega).
En defensa del secreto de confesión
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