Uno de los santos del siglo xx que goza de mayor popularidad en el pueblo cristiano es sin ninguna duda san Pío de Pietrelcina. Nos tendríamos que preguntar la razón de ello. Quizás alguien nos respondería, por lo extraordinario de su vida: en un mundo como el que vivimos, gris y plano en tantos aspectos, la vida del Padre Pío brilla de un modo eminentemente singular. Sin embargo, sin negar el carácter realmente extraordinario de su vida: milagros, estigmas, revelaciones y tanto fenómenos místicos que le acompañaron, creemos que es más bien su sobrenaturalismo tan manifiesto el que ha causado esta gran devoción entre los cristianos de nuestros días.
Como recordaba tan frecuentemente el padre Ramón Orlandis, el naturalismo es el gran mal que ha invadido el mundo actual y ha penetrado en mayor o menor grado en casi todos los ámbitos de la Iglesia; por ello mismo cuando surge una vida que toda ella es una llamada a vivir confiadamente de forma total y absoluta en manos de la misericordia divina no puede menos que suscitar esta gran admiración en todos aquellos que están sedientos de Dios.
A través de los distintos artículos de este número el lector podrá constatar diversos aspectos esenciales de la vida del santo de Pietrelcina. En primer lugar su dedicación tan intensa al ministerio del confesionario, es uno de los rasgos distintivos de su apostolado. Movido por su deseo de colaborar en la dispensación de la misericordia divina en un mundo tan necesitado de ella y que, no obstante, tan frecuentemente no quiere acogerse a ella, ejerció este ministerio de tal modo que atraía multitudes innumerables de fieles a san Giovanni Rotondo.
En segundo lugar, su amor a Cristo crucificado. El Señor le hizo partícipe de sus sufrimientos, que quedaron impresos en su cuerpo y en su alma. Esto le llevó comprender y a vivir profundamente el misterio de la Cruz. Su amor a los que sufren de cuerpo y alma explica sus iniciativas en favor de los enfermos, que continúan dando en nuestros días testimonio de este amor. También este aspecto constituye una llamada a contracorriente del mundo actual. Cuando sólo se vive para el bienestar material y no se quieren aceptar los aspectos irremediablemente dolorosos de toda vida humana, el ejemplo del Padre Pío constituye un ejemplo consolador para todos.
Otra característica de la vida del Padre Pío, quizá no tan llamativa, pero también de gran importancia para la vida de la Iglesia en nuestros días es su actitud de obediencia. Como consecuencia de tantos dones extraordinarios, sufrió incomprensiones y menosprecios en ciertos ambientes eclesiales, incluso prohibiciones que afectaron de un modo grave su ministerio sacerdotal;sin embargo su amor a la Iglesia, contemplándola como la esposa de Cristo le llevó a practicar una obediencia filial y ejemplar.
Finalmente hay que recordar su amor a la Virgen. El padre Pío seguramente forma parte de estos apóstoles marianos que anunciaba san Luis Mª Grignion de Montfort que se manifestarán en los últimos tiempos, apóstoles del Rosario, que gracias a esta arma poderosa, podrán hacer frente a las «asechanzas de Satanás y demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas».
Madre y Reina de todos los pueblos
«En este tiempo de vela María, (...) está presente en la misión y en la obra de la Iglesia que introduce en el mundo el Reino de su Hijo». Juan Pablo II, Redemptoris Mater (1987)