Nos hemos referido recientemente a la férrea política de control de las creencias por parte de la China comunista que, si bien ha dado pasos hacia una mayor libertad económica (debidamente tutelada, eso sí), no cede ni un milímetro en este campo, al menos en lo que sabemos y vemos (sobre el acuerdo secreto con el Vaticano sólo pueden hacerse especulaciones, al no haberse hecho público su contenido). En cualquier caso, acabamos de tener conocimiento de que todas las diócesis de la Iglesia reconocida por el Estado chino (cuyo nombre oficial es Asociación patriótica de católicos chinos, que agrupa a un clero juramentado como el que creó la Revolución francesa con la Constitución Civil del Clero, de triste recuerdo) debe presentar un plan quinquenal sobre cómo debe dar cumplimiento a las instrucciones de sinización (esto es, de adecuación a los criterios impuestos por el Partido Comunista Chino) en todos los ámbitos: arquitectura, decoración, liturgia, teología, relectura de la historia… en línea con las instrucciones emanadas del «gran presidente» Xi Jinping.
Una tarea que podría parecer difícil pero que resulta de lo más sencilla desde que todas las diócesis han recibido un documento de quince páginas que basta con copiar para obtener el plan quinquenal del agrado del gobierno chino. El documento empieza, por supuesto, por un acto de adhesión al partido comunista y al socialismo «según las características chinas». En total, la palabra «Jesucristo» aparece dos veces en el texto, «Partido Comunista» cinco veces y «Asociación patriótica» quince veces.
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