Ghassan Abboud y su mujer Maha Sanna vivían en Homs junto a sus dos hijos, Josef y Michael. Hace justo 5 años y 7 meses les cambió la vida por completo, la fecha no se borra de sus recuerdos. «Estábamos en casa. Mi hijo Michael se encontraba tranquilamente en el salón. De repente, oímos el ruido de unos cristales rotos. Cuando fuimos a ver qué había pasado, nos encontramos a Michael tendido en el suelo, una bala perdida que había entrado por la ventana le atravesó la cabeza. Murió en el acto», narra Maha.
La guerra de Siria había irrumpido en la ciudad de Homs apenas unos meses antes, los primeros combates de guerrillas urbanas desencadenaros en sangrientos bombardeos y ataques de francotiradores en toda la ciudad. Las protestas callejeras pidiendo el fin del régimen de Bashar Al Assad habían sido duramente contestadas con fuerte represión policial. Todo desencadenó en una guerra civil, que provocó la división del ejército, la sociedad y la aparición de numerosos grupos armados de corte yihadista. Hasta el día de hoy, los datos de muertes son de unos 500.000, una de estas víctimas mortales es el hijo pequeño de la familia Abboud.
«Michael era un chico excelente, trabajaba como realizador en la televisión y soñaba con ser director de cine algún día», comenta, con un punto de tristeza y otro de orgullo, su madre. Tras el asesinato de Michael y con el recrudecimiento de los combates en la ciudad, la familia decidió marcharse. «Intentamos irnos del país, pero nos denegaron el visado. No teníamos mucho dinero y dejamos de intentarlo. Así que nos vinimos aquí, al Valle de los Cristianos», reconoce Ghassan.
Los Abboud han vivido todos estos años en una pequeña casa de alquiler en el pueblo de Almishtaya, una pequeña localidad de las más de veinte que forman esta región, conocida por ser un lugar de descanso para los homsienses. Antes de la guerra, muchos venían aquí desde la ciudad buscando la tranquilidad de sus valles y montañas. Maha asegura que su situación económica no era suficiente como para pagar un alquiler en otra ciudad donde no hubiese combates, pero no podían seguir viviendo en Homs rodeados de tanta violencia. «Desde que llegamos hemos sido apoyados por los sacerdotes y los jóvenes de Centro de San Pedro de Marmarita. Sin su ayuda para pagar esta casa, alimentos y unas medicinas que necesito para el corazón, no sé dónde estaríamos ahora».
Su marido y su otro hijo Josef perdieron el trabajo al abandonar Homs. En el Valle de los Cristianos han podido trabajar algunos meses, pero la situación económica del país y la saturación de desplazados hace que el trabajo escasee y los sueldos son muy bajos. «Yo soy trabajador autónomo (“free worker” en inglés) –comenta Ghassan-, ahora he dejado de trabajar. Tengo ya 60 años, pero no recibo ninguna pensión». Por otro lado Josef afirma que él actualmente si tiene trabajo, es electricista: «pero el trabajo es muy inestable. Me gustaría volver a Homs y ganarme la vida allí».
La familia Abboud es una de las más de 2.000 que la Iglesia local, a través de la fundación pontificia Aid to the Chuch in Need (ACN) reciben ayuda mensualmente para su subsistencia. Entre estas familias, muchas han manifestado recientemente su intención de regresar a sus casas lo antes posible, en cuanto puedan ser reconstruidas.
«Creo al 100% que podremos volver pronto. Hemos podido regresar a Homs y hemos visto que el estado de nuestra casa, aunque parcialmente destruida, no es tan grave. Es difícil aún vivir en Homs con mucha destrucción y muchos cortes de luz y agua, pero siempre es mejor vivir en tu propia casa que aquí como desplazados. Además, hacer frente a un alquiler es muy costoso también», reconoce Ghassan.
Con este mensaje de esperanza en el regreso, Ghassan, Maha y su hijo Josef se despiden de un pequeño grupo de ACN que ha viajado a Siria para conocer la situación de las familias desplazadas y sus necesidades: «Lo que nos da esperanza es el apoyo que recibimos de Iliash, el joven responsable de coordinar la ayuda del Centro San Pedro. Los sacerdotes y la Iglesia católica nos están apoyando en todo. Su ayuda es la única que tenemos, es un testimonio de generosidad, y es aún más valiosa para nosotros que no somos católicos, sino cristianos ortodoxos», dice Maha, «mi fe es la que me da fuerzas para seguir adelante, pese a tanto dolor».
Esta familia también es un ejemplo de fortaleza frente a las dificultades y de fe inquebrantable en Dios. “Me decís que muchas personas en Europa y otros países se sienten fortalecidos en la fe a conocer nuestra historia. –comenta Ghassan– Yo digo: “Alhamdulillah” (“Alabado sea Dios”, en árabe). Solo nos queda añadir: “Shukran ktir ktir” (“Muchas muchas gracias”). Por el balcón de su casa asoman sus cabezas y agitan sus manos diciendo adiós con efusividad.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada está respondiendo a la llamada de la Iglesia de Siria para apoyar a las familias desplazadas que quieren regresar a sus ciudades, ya liberadas de la guerra, como Alepo y Homs. Por eso ya se han llevado a cabo la reconstrucción de 100 primeras casas en Homs con un resultado muy positivo. La familia Abboud espera convertirse en una de las próximas que puedan poner en marcha las obras de rehabilitación de su hogar y recuperar así poco a poco su vida normal. Está previsto que en los próximos meses se aprueben nuevos paquetes de proyectos de emergencia y reconstrucción y en lo que va de año, ACN ha donado un total de 7 millones de euros para los cristianos de Siria y las necesidades a las que responde con valentía la Iglesia local para todos los necesitados y desplazados.
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