Tres jóvenes sacerdotes claretianos han respondido con generosidad a la llamada del obispo de Buxar, Sebastian Kallupura. Él les ha pedido que vayan y se instalen en el norte de su diócesis. Generosos y valientes, han dado un gran sí, y se entregan a los más pobres entre los pobres. Han sido de los pocos en responder a esa llamada. Otros también fueron invitados a ayudar, pero al ver la pobreza y la dureza del lugar nunca volvieron. El padre Kashimir, el padre Michael y el padre Christu son tres de los dieciséis sacerdotes que hay en la diócesis de Buxar.
Se instalaron hace tres años, en una casa alquilada, en una zona en la que no hay iglesia, ni sacerdote, a sesenta kilómetros a la redonda. Empezaron a visitar cada uno de ellos uno de los pueblos de la zona, a veinte y treinta kilómetros de su lugar de residencia. Van a visitar a las familias, rezan con ellos, celebran misa. Están dispuestos a ir en cuanto se les llama. También dan clases de inglés a los niños…
El 16 de julio del año pasado, los misioneros claretianos empezaron a vivir en un pequeño presbiterio en medio de la nada. «Hoy comienza una gran obra», al igual que dijera san Antonio María Claret, reunido con cinco jóvenes, el 16 de julio de 1849, cuando inició la vida de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, los tres jóvenes misioneros claretianos empiezan ahora una gran obra en la diócesis de Buxar. Desde esa pequeña casa atienden a treinta y seis familias en diez pueblos distintos. No hay católicos alrededor, pero en la zona les han recibido con amabilidad y la gente local les ayuda. Como en un primer momento, cuando desde el templo hindú, edificio más cercano, les hicieron llegar al presbiterio la luz y el agua.
El hecho de que la misa dominical se celebre ahora en su casa es todo un acontecimiento para las personas a las que atienden, que están muy agradecidas. Antes tenían que recorrer entre cuarenta y sesenta kilómetros para poder asistir a misa los domingos. Pero su actividad no se reduce al domingo, 150 personas acuden a programas de formación para niños y mayores.
La gente de la zona es muy amable; al principio les daba miedo pasar cerca de la casa, pero ya lo hacen, y les miran con naturalidad y admiración. El día que vamos a visitarles, mientras tenemos el encuentro con los católicos más destacados de la zona, muchos curiosos se asoman por las ventanas y la puerta que permanece abierta.
«Cuando hacemos la oración de la noche, vienen nuestros vecinos», «al ver cómo nos ayudamos, inspiramos a otros a ayudarse», «dónde hay un católico, hay paz» nos dicen sus feligreses. «Necesitamos una iglesia inmediatamente» nos implora uno de ellos. También sueñan con tener un día un colegio, un hospital… paso a paso. Por lo pronto, la iglesia ya la van a construir con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Cuando volvemos a casa del obispo, donde vivimos, nos acompaña uno de los sacerdotes claretianos. Va a pasar una semana de retiro allí. El pastor cuida con mimo a sus hijos y les ayuda en todo lo que puede. Nosotros, desde la distancia, les apoyamos, además, con nuestra oración.
Además de la oración, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada se vuelca con estos cristianos de la India a través de su campaña «La Iglesia en el norte de India»: luz que dignifica a los más pobres. Gracias a la Iglesia han descubierto el significado de la igualdad social, han encontrado esa dignidad tan ansiada a través de la Palabra de Dios.
Un lugar donde construir la fe
En la parroquia de Jehanabad alrededor de 175 familias se reúnen para celebrar la misa en una pequeña capilla que puede albergar un máximo de sesenta personas. Muchos de ellos deben permanecer fuera y de pie, soportando las temperaturas extremas de la zona, un verano muy caluroso y un frío cortante en invierno.
Fundada en 1940, la misión se desarrolla dentro de la archidiócesis de Patna en Bihar, uno de los estados más pobres y poblados de la India (104 millones de habitantes). Los problemas sociales y ecológicos entorpecen el desarrollo del estado, incluyendo el sistema de castas, el cual rechaza al amplio número de comunidades Dalit la posibilidad de mejorar sus condiciones. La mayor parte de los feligreses de Jehanabad pertenece a este grupo, discriminado, acosado y desprestigiado social y económicamente.
Las mujeres, los niños y los pobres son todos bienvenidos a la parroquia, donde dos sacerdotes locales llevan un programa de apoyo para cubrir sus necesidades. Por medio de actividades sociales y pastorales, incluyendo treinta grupos de autoayuda para mujeres, grupos de estudio de la Biblia y oraciones conjuntas, la parroquia proporciona a aquellos que sufren una vida de rechazo una oportunidad especial de respiro y reconocimiento.
La experiencia de Dios, que dio la vida por todos los hombres, conlleva un poderoso concepto de la dignidad humana común para todos. Personas de quince pueblos de los alrededores se reúnen en la misión recorriendo a pie 35 km. Desde que se estableció en el centro del pueblo, la capilla y una gruta cercana se ha convertido en un destino popular para aquellos que buscan consuelo.
«Por medio de programas, visitas frecuentes a familiares y misiones, la parroquia de Jehanabad ha traído una diferencia notable y positiva en la vida de la gente. Encontramos un gran sentido a nuestra vida y a nuestra misión aquí», afirma uno de los sacerdotes de la parroquia. Se muestran contentos y esperanzados de poder tener pronto un templo, con apoyo de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, donde poder albergar a más de quinientas personas.
Como los primeros cristianos
Tras la caída del sol, un grupo de personas se congregan en torno a una casa particular. Después de un duro día de trabajo descansan en comunidad a través de la oración y la lectura de la palabra. El lugar de acogida dista mucho de parecerse a las iglesias y capillas occidentales, se trata de una humilde casa cuyo centro espiritual es una Biblia escrita en hindi. Se trata de una reunión de las SCC, «Small Christians Communities» (Pequeñas Comunidades Cristianas, por sus siglas en inglés). Son un método de la Iglesia de India para transmitir y vivir la fe en lugares de nueva evangelización.
Una talla de la Virgen, vestida con un sari y adornada al más puro estilo indio preside una de las estanterías, acompañada por cuadros de Jesús y rosarios colgados en la pared. Sangeeda Sushil, responsable de una de las SCC en el estado de Bihar, admite que la oración en comunidad les ha permitido entender la importancia de la Palabra del Señor, quien «dice cómo vivir a través de su Palabra». Viven como los primeros cristianos, reunidos en casas particulares y compartiendo sus miedos e inquietudes. A pesar de todas las dificultades a las que tiene que hacer frente la minoría cristiana en el norte de la India, son conscientes de que la firmeza en la fe es el pilar que sostiene todo sufrimiento.