El pasado sábado 28 de mayo cientos de peregrinos acudieron en peregrinación a la catedral de la Inmaculada Concepción de María de Managua. Su objetivo, pedir a la Virgen que interceda a favor de la paz en el país, comprometida a raíz del levantamiento civil, duramente reprimido por la Juventud sandinista y la policía, contra la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) impulsada por el presidente Ortega. «Este peregrinar –señalaba el padre Julio Arana, párroco de la iglesia de san Judas Tadeo–, este caminar es un caminar de penitencia pidiéndole al Señor la fortaleza y la animosidad para tener este encuentro con Él y construir una Nicaragua mejor.»
Acompañados por el rezo del rosario, llevando pancartas con la petición especial del retorno de la paz a la nación y entonando cantos dedicados a Nuestra Señora, los fieles iniciaron su camino desde tres puntos diferentes de la capital nicaragüense hasta llegar a la catedral en la que, presididos por el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, renovaron la consagración de Nicaragua al Inmaculado Corazón de la Reina de la Paz:
«¡Santísima Virgen María, Reina y Madre de Misericordia, que en tus entrañas maternas engendraste a Jesús, el rostro humano de la misericordia de Dios! A ti, Virgen Purísima, a tus manos maternales y a tu Corazón Inmaculado, consagramos esta tarde a nuestro país. A ti, Madre Santísima, consagramos nuestras familias, nuestras comunidades y nuestras instituciones. Que Nicaragua, tu pueblo amado, sea capaz de encontrar caminos de tolerancia y de comunión, de fraternidad y de paz. Que los nicaragüenses podamos construir un futuro digno para todos, en donde la diversidad sea una riqueza y en donde podamos construir la paz como fruto de la justicia. Guarda amorosamente en tu Corazón de Madre a este pueblo de Nicaragua que hoy te invoca con gran confianza.
»(…) A ti, Purísima Señora, consagramos nuestra patria, Nicaragua, en estos momentos de incertidumbre. Toma a Nicaragua entre tus manos y acógenos en tu Corazón. Ayúdanos a saber dialogar entre nosotros, a luchar por la dignidad de todos los seres humanos, a no dejar de tener hambre y sed de justicia, a ser hombres y mujeres tolerantes y constructores de paz. Madre de Misericordia, “Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”. Ayúdanos a conocerlo, para que como Él, también nosotros pasemos por todas partes haciendo el bien. Ayudanos a buscar siempre, como Él, el bien de las personas, ser sensibles al sufrimiento de la gente, mirar al dolor de los demás, conmovernos y auxiliarnos con misericordia. Hoy más que nunca, Santísima Virgen María, tenemos necesidad de que nos muestres a Jesús, “fruto bendito de tu vientre”.
»Santísima Virgen María, acógenos en tu regazo. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.»
Esta consagración, apuntó el padre Oreste Fontes, párroco de la iglesia de santa Ana de Managua y participante de la iniciativa por la paz, «tiene el significado de apartarse, separarse para el Señor, de pertenencia suya. Por lo tanto, nunca nos abandonará y no nos dejará perdernos y siempre nos protegerá, porque estamos en su corazón, somos de Dios».
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